Cada
palabra que decía la analizaba de la mejor forma que podía en ese momento de
cacao mental. Tenía razón, y es que otra vez me demostraba que era él el único
que me alegraba los días.
Me
cae el agua de la ducha por todo el cuerpo y empiezo a analizar que ha pasado
desde esta mañana. Han pasado tantas cosas en tan pocas horas… Me despedí de
los chicos por la mañana, incluyendo todo lo que pasó con Blas, después me fui
a la estación y ahí recordé a Blas, viví un accidente de tren y ahora estoy
aquí, en casa de la persona que más amo, a la que no recordaba, duchándome.
Demasiado surrealista mi día, la verdad. Llevo como treinta minutos aquí, he
acabado pero dejo que el agua caliente corra por mi cuerpo y me relaje,
mantengo los ojos cerrados intentando olvidar ciertas escenas de las que vi hoy
pero es imposible.
Dos
toquecitos en la puerta me sacan de mis pensamientos.
Ana:
-apago el agua de la ducha para poder escuchar mejor- ¿¡Sí!?
Blas:
amor… ¿Estás? Tenemos que ir al hospital.
Se
me ha olvidado incluso eso ¡Imbécil!
Ana:
sí, sí. Ya salgo.
Blas:
¿Quieres algo de comer?
¡Comida!
Sí. Necesito meter algo en mi estomago.
Ana:
sí porfavor.
Blas:
¿El qué?
Ana:
lo que sea.
Escucho
sus pasos alejarse por el pequeño pasillo, salgo de la ducha envuelta en una
toalla y me empiezo a peinar el pelo, pero empiezo a pensar. -¿Qué acaba de
pasar? Ha sido todo muy… ¿Raro? Él no ha entrado al baño… ¿Por qué? Si no pasa
nada ¿No?- Sigo peinándome y dándole
vuelta al tema y cuando termino me visto y voy a la cocina. Ahí está él. Mi persona favorita. De espaldas
preparando algo de comer. Creo que no superaré esto de cada vez que le vea
sentirme culpable por todo lo que le he hecho pasar aunque no haya sido cosa
mía, si no de mi mente o lo que quiera que sea.
Blas:
-se gira y al verme se le ilumina la cara con una sonrisa- ¿Ya?
Ana:
sí –le sonrío-.
Blas:
-pone dos platos con tostadas y jamón en la mesa- son las 19:30hrs y no iba a
hacer cena ya…
Ana:
no te preocupes, esto esta genial.
Nos
sentamos en la mesa y a penas hablamos, no sé por qué. Así que le pregunto.
Ana:
Blas, una duda…
Blas:
-me mira bebiendo un poco de zumo y deja el vaso en la mesa- ¿Dime?
Ana:
estás… ¿Raro? Bueno, la situación es rara.
Blas:
-me mira más detenidamente- ¿Por qué lo dices?
Ana:
no lo sé, antes era distinto. Antes del accidento, quiero decir.
Blas:
-me coge la mano que estaba encima de la mesa- no, amor. Es simplemente… ¿Lo
dices por qué no he entrado al baño?
Ana:
sí, antes hubieses entrado sin problema –le digo mientras pongo mi mano boca
arriba y la entrelazo con la suya-.
Blas:
no lo hice por ti. Me has reconoció hace apenas dos horas y no sé, me daba
cosa.
Ana:
que no te dé cosa, no pasa nada –le sonrío-.
Blas:
que situación más…
Ana:
incomoda –me empiezo a reír-.
Blas:
sí, jajaja.
Ana:
supongo que es normal, no lo sé.
Blas:
quizá sí. ¿Vamos al hospital?
Ana:
sí.
Nos
levantamos de la mesa y en menos de dos minutos ya hemos recogido todo y cojo
mi bolso, vamos al ascensor y una vez dentro observo a Blas. ¿Por qué es la
única persona que me alegra tanto? Tiene un perfil perfecto, unas labios muy
perfilados, sus ojos son pueden ser humanos, es tan precioso… me vienen a la
cabeza recuerdos de la primera vez que yo me fui a Barcelona, lo mal que lo
pasé yo y él. Lo miro durante unos segundos y lo abrazo. Noto su reacción
extraña a lo que acababa de hacer pero me abraza igual, sin ninguna pega y
sonriendo.
Blas:
¿Qué pasa? –me dice susurrando mientras acaricia mi espalda-.
Ana:
no quiero que te separes de mí nunca.
Blas:
no lo haré, créeme que no lo haré. Ya he vivido eso una vez y no pienso vivirla
otra –me abraza más fuerte-.
Ana:
te quiero.
*Narra
Blas*
Esas
palabras… “te quiero” no las escuchaba desde antes de que pasara todo. Me ha
subido un escalofrío por todo el cuerpo, haciendo que sonría. Mi pequeña… “ya
pasó todo, se acabo todo lo malo” repito una y otra vez en mi cabeza.
Blas:
ya pasó todo lo malo, lo sabes ¿No?
Ana:
-asiente con la cabeza-.
Se
abren las puertas del ascensor y abrazándonos por la espalda nos dirigimos al
coche y vamos para el hospital y me vienen todos los recuerdos que he pasado
hace prácticamente 15 días aquí, en este mismo lugar. Y me viene a la mente la
frase saliendo de sus cuerdas bocales mirándome atónita “¿Tú quién eres?”.
Salgo de mis pensamientos y llamo a
Carlos para preguntarle en que sala de espera están y en cuanto lo sabemos
vamos para allí.
*Narra
Ana*
Llegamos
a la sala de espera y vemos allí a Carlos y Marta. Nos acercamos.
Ana:
¿Han dicho algo? –digo en tono aturdido-.
Marta:
sí. Esta todo bien y Álvaro está ahora con ella.
Ana:
¿No tiene nada grave?
Carlos:
no, no. Sólo tiene que estar en observación 48 horas.
Marta:
pero ¿No empiezas las clases pasado mañana?
Ana:
sí, pero no sé, llamaré o algo.
Blas:
si quieres yo te acompaño a Barcelona y me quedo hasta que Miriam esté bien,
así empiezas a tiempo.
Ana:
no, no te preocupes, me esperaré.
Viene
Álvaro con un doctor. Lo miramos.
Álvaro:
está bien –responde sonriendo a la obvia pregunta que le íbamos a preguntar-.
Doctor: exacto. No tiene nada grave,
únicamente el golpe. Se tendrá que quedar 48 horas aquí, en observación y
depende como vaya, que suponemos que no pasará nada grave ni se complicará
nada, le daremos el alta. Ahora, me gustaría que si esta Ana aquí me acompañe.
Ana:
soy yo, ¿Qué pasa? –preguntó con algo de intriga y sorpresa-.
Álvaro:
pidió verte.
Ana:
ah sí, claro.
Doctor:
pues acompáñeme. Después ustedes ya podrán ir a la habitación ¿Sí? Pero
necesita un poco de descanso ahora.
Los
demás asiente y caminos tras el hombre de unos 60 años, con el pelo canoso y
una gafas de pasta. Nos paramos en la puerta de una habitación normal y
corriente.
Doctor:
Ana, sobre todo no grite y no se mueva mucho ¿Vale?
Ana:
-asiento con la cabeza confirmando que no haré nada-.
Doctor:
-abre la puerta sonriendo- adelante.
Entro
a la habitación y ahí esta Miriam, aparentemente bien quitando que tiene una
venda que le rodea toda la cabeza.
Me
acerco a ella.
Ana:
Miriam, mi niña ¿Cómo estás? –le digo cogiendo su mano-.
Miriam:
sorprendida.
Me
asombra su respuesta.
Ana:
¿Por qué?
Miriam:
porque por primera vez yo estoy tumbada y tú ahí, de pie.
Es
cierto, maldita Miriam. Empiezo a reír.
Ana:
eres un caso.
Miriam:
sí, hasta con la cabeza abierta.
Ana:
tonta…
Miriam:
gracias por sacarme de allí.
Ana:
pero… ¿Qué haces dándome las gracias? ¿Cómo no te iba a sacar?
Miriam:
no lo sé –dice mirando a la ventana-.
Ana:
vaya cosas tienes.
Miriam:
sí, a veces sí –ríe y me mira- ¿Qué ha pasado con Blas?
Ana:
ya te contaré cuando estés mejor –sonrío-.
Miriam:
no, ahora. Puedo escucharte, ¿eh?
Ana:
ya, pero no sé. El médico me ha dicho que no te coma mucho la cabeza –río-.
Miriam:
-se empieza a reír y para tocándose la cabeza- ay, dolor. No pasa nada porque
me expliques eso, ya le pregunté si podías.
Ana:
le recordé. Así sin más –digo encogiéndome de hombros-.
Miriam:
pero ¿Dijo algo? ¿Hizo algo?
Ana:
se presentó. Dijo “ah, encantado soy Blas” y me vinieron absolutamente todos
los recuerdos y todos los momentos vividos con él a la cabeza, y pasaban rápido
como si fuese una película a diez mil por hora. Y ya está. Fue raro.
Miriam:
y tan raro… ¡Pero ya estáis bien!
Ana:
sí –dije intentando sonreír-.
Miriam:
pero tú, no del todo. ¿Qué más pasa?
Ana:
no, nada. Yo estoy bien.
Miriam:
mira, que este aquí con un golpe en la cabeza no significa que esté tonta de o
se me haya olvidado cómo eres ¿Estamos? Así que cuenta ya todo lo que te pasa y
ya está. ¿Es por la gran fama que han cogido en tan poco tiempo?
Ana:
¿Qué?
Miriam:
nada. ¿Por qué es?
Ana:
-dejo el tema de la fama, Blas tiene que explicarme todo esto- es que, no sé
Miriam… tengo que volver a Barcelona en cuanto te pongas bien ¿Sabes?
Miriam:
lo sé, pero no pasa nada. En cuanto termines volveremos y ya te podrás quedar
aquí a vivir.
Ana:
lo sé…
Entra
la enfermera y me hace salir ya que se llevan a Miriam a hacerle un chequeo de
no sé qué.
Me
dirijo a la sala de espera cabizbaja, intentando buscar una razón a lo que
había dicho Miriam y relacionado esto con lo que pasó en la estación antes de
coger el tren para irme a Barcelona está tarde. Cuando llego faltan Marta y
Carlos, están allí Blas y Álvaro.
Álvaro:
¿Qué te dijo? –dice mientras me sonríe y deja un hueco entre él y Blas para que
me pueda sentar-.
Ana:
-me siento y Blas pone una mano en mi rodilla- nada, sólo me preguntó cómo
había sido que había reconocido a Blas y poco más.
Blas
sonríe.
Álvaro:
a mí también me lo preguntó, pero no sabía nada. Ni sé.
Ana:
es una cosa muy rara –me río-.
Álvaro:
supongo, perdón por engañarte pero obedecimos al médico.
Ana:
-sonrío- no te preocupes, ya está todo bien.
Blas:
y menos mal.
Ana:
-lo miro sonriendo y se me borra un poco la sonrisa- ¿Podemos salir a hablar?
Blas:
sí.
Ana:
-,miro a Álvaro- ¿Esperamos a que venga más gente para qué no te quedes sólo?
Álvaro:
ams, no, no. No os preocupéis. Cualquier cosa yo os aviso por móvil.
Blas:
vale.
Nos
levantamos y sin decir palabra vamos a fuera del hospital y nos sentamos en un
banco del parque que hay en frente.
Blas:
¿Qué pasa? –me dijo con una voz muy dulce-.
Ana:
cuéntame todo, absolutamente todo, lo que ha pasado con Auryn.
Blas:
-me mira y se queda callado unos segundos-.
Ana:
-lo miro esperando una respuesta-.
Blas:
a ver, Ana. Es… complicado.
Ana:
soy todo oídos.
Blas:
cuando… cuando te pasó eso nosotros ya sabíamos que íbamos a sacar un disco,
eso era lo que te ocultaba. Entonces, después –
Ana:
¿Por qué me lo ocultabas?
Blas:
tenía miedo.
Ana:
¿A qué? –yo también tenía miedo por ese tema, por la fama que podían llegar a
tener y no pudiese ser todo como ahora pero nunca se lo había comentando porque
sé que para él es su mayor sueño-.
Blas:
a perderte. No es que supiese que llegaremos lejos, o no sé, que tendríamos una
fama importante. De hecho, no tengo ni idea de qué pasará en un futuro. Pero en
ese momento me entró pánico, por así decirlo. Si yo me hacía famoso, por muy
lejano que sea la cosa y aparte Magí nos hablo de algo que no era una cosa
pequeña pues pensé en cómo sería llevar una relación ¿Sabes? Y alomejor tú
hubieses tenido miedo y hubieses preferido dejarlo.
Ana:
-lo mire- Blas… yo también he tenido, y de hecho tengo miedo. Pero jamás te
dejaría por algo así. Es tu sueño y adelante, yo estaré apoyándote, como una
fan más , siempre. No por algo así te dejaría sabiendo que tú estás siendo
feliz. La música te hace feliz por lo tanto yo feliz también.
Blas
me miró analizando las últimas palabras que había soltado por mi boca.
El segundo!! Espero que os guste y me coménteis por Twitter o Ask (links arriba) que os a parecido!! Y si queréis que os avise por Twitter cada vez que suba únicamente pedirlo :) Un besote enormeeeeee! Mucho love♥