martes, 25 de febrero de 2014

Capitulo 28

Después de un ratito ellos se van. Los recuerdo. A todos. Después de un rato a solas entra alguien a mi habitación y es él. El que esta en mi mente. El mismo. Y se acerca a mí… ¿Quién es?

Chico: -se acerca a mí y no dice nada-.
Ana: -lo miro- ¿Quién… quién eres?
Chico: -sonríe con los ojos llenos de lagrimas-.
Ana: ¿Te conozco?
Chico: tengo que irme.
Ana: no. No te vayas. Sé que te conozco.
Chico: -se me queda mirando-.
Ana: ¿Me puedes decir tu nombre?
Entra el doctor y le dice algo al oído y el chico sale de la habitación. Veo como se da la vuelta y me sonríe y yo le sonrío. Entran dos chicos más, son David, Dani y Álvaro. Se acercan a mí.
Dani: -sonríe-.
Ana: hola –sonrío-.
Dani: ¿Cómo estás?
Ana: bueno… me duelen las costillas.
David: -sonríe- pero eso no es nada, ya.
Ana: no ¿verdad?
David: ¡Claro que no!
Ana: sé que no me podéis decir nada, he escuchado al doctor pero… ¿Quién es la persona que entró antes de vosotros?
Ellos se miran y me miran de nuevo.
Álvaro: ¿Lo recuerdas?
Ana: no. Sólo recuerdo su imagen.
Dani: ¿No sabes quién es?
Ana: no…
David: ¿Y qué tal lleva el pie?
Ana: -veo que no pueden decir nada y dejo de insistir- bueno… me duele un poquito.

Después de unos minutos hablando con ellos, no sé bien cuantos, se van y el doctor me dice que descanse. ¿Descansar? Estoy harta de descansar.
“¿Quién es ese chico?” no paro de repetirme eso en la cabeza. ¿Por qué tenía su imagen? ¿Por qué no me dicen su nombre?
Intento levantarme de la cama pero veo que es imposible porque el dolor de las costillas es horroroso.

*Narra Blas*

Salgo de la habitación donde esta Ana. No me recuerda. Era a todo lo que tenía miedo, era todo lo que temía. Llego a la sala y me siento sin decir palabra a nadie. Marta, Miriam y Carlos se acercan sonrientes a mí.

Marta: ¿Qué tal? ¿Cómo ha ido?
Blas: no se acuerda de mí.
Carlos: ¿Qué? –veo como se le abren los ojos como platos-.
Miriam: no puede ser.
Blas: me ha dicho que sabía quien era pero que no sabía nada más.
Marta: a mí, me pregunto quién eras y te describió.
Entran Álvaro, Dani y David a la sala y se acercan sonrientes a mí y cuando ven el panorama se les quita la sonrisa.
Álvaro: ¿Qué pasa? –dice mirándome con… ¿Pánico? Él sabe que algo no va bien-.
Carlos: no le reconoce.
David: ¿Qué?
Blas: ¿A vosotros también?
Dani: sí…
Blas: -noto como los ojos se me llenan de lagrimas- voy al baño.

Me levanto y casi corro hacía los baños. Me miro en el espejo, noto mi cansancio. Cualquiera puede notar mi cansancio a leguas. Me echo agua por la cara y la nuca, ¿Por qué a mí no? ¿Por qué? Me echo a llorar cual niño pequeño. ¿Qué mierda pasa? no entiendo nada. Tengo rabia, frustración. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Vivir sabiendo que la amo y ella ni si quiera se acuerda de mí? Entra alguien al baño y yo me meto en un baño, no quiero que nadie me vea así.

Chico: ¿Blas?
Es Álvaro. Quiero que se vaya. No quiero hablar con nadie. Sé que mi comportamiento no puede ser más de niño pequeño pero… lo siento así. No puedo con esto, me supera.
Álvaro: Blas, va. Que sé que estas aquí. No seas así.
Blas: -salgo del baño ¿Qué coño estoy haciendo? Parezco idiota-.
Álvaro: -viene a abrazarme- todo se va a arreglar, hermano. Ella se va a acordar de ti, no te preocupes.
Blas: ¿Por qué? ¿Por qué pasa esto? ¿Nunca pueden ir bien las cosas?
Álvaro: -se separa de mí y sin soltarme de los hombros me pega un pequeño puñetazo- hey, esta vida ¿Me oyes? Eso hubiese sido lo malo. Que ahora estuvieses enterrando a Ana y no viéndola. El problema sería que todos estuviésemos llorando su perdida para siempre.
Blas: -sus palabras son duras pero me hacen reflexionar durante unos minutos, es verdad. Sigue viva… sigue viva. No digo nada-.
Álvaro: -se da cuenta que sus palabras han sido demasiado brutas- no quería decírtelo así… Pero tienes que mirarlo así.
Blas: no… si no te preocupes –me encojo de hombros- llevas razón.

Volvemos a la sala de espera. Y llamo a mi madre.

*conexión telefónica*

María Jesus: ¡Hola mi chiqui!
Blas: hola mamá… -digo con la voz temblando-.
María Jesus: ¿Qué pasa mi amor?
Blas: Ana… ayer la atropellaron.
María Jesus: ¿Qué dices? ¿Cómo esta? –dice preocupada-.
Blas: ha despertado hoy… hace un rato…
María Jesus: pues entonces bien ¿No? ¿Por qué estas mal?
Blas: porque no me recuerda mamá. No sabe quién soy.
María Jesus: ¿Qué me dices chiqui?
Blas: del golpe que se dio en la cabeza no me recuerda… a los demás sí.
María Jesus: debes estar de broma.
Blas: no. Tú sabes que no juego con temas así.
María Jesus: bueno mi amor, tranquilízate ¿Vale? Todo se va a arreglar, todo va a estar bien.
Blas: ¿Estas segura?
María Jesus: ¡Claro que sí! ¡Segurísima! Sólo que quizá ella necesite un poquito más de tiempo, acaba de despertar.
Blas: sí…
María Jesus: no estés mal mi chiqui. Verás que sí, sabes que todo lo que digo es verdad.
Blas: -sonríe- sí…
María Jesus: en cuanto sepas algo me avisas ¿Vale?
Blas: sí, no te preocupes.
María Jesus: podías haberme llamado ayer ¿Eh?
Blas: no estaba por llamar a nadie… lo siento.
María Jesus: no te preocupes. Y duerme, descansa, come.
Blas: -me río sabiendo que lo necesito- sí… tranquila.
María Jesus: bueno mi amor, en cuanto sepas algo más llámame. No dudes ni un segundo ¿Si?
Blas: claro.
María Jesus: te quiero muchísimo mi chiqui. Muchos besos.
Blas: te amó mamá. Hasta luego.

Cuelgo el teléfono. Debería haber llamado a mi madre antes, me ha calmado mucho. Voy a comprarme algo de comer aun sin tener apetito y a toda prisa vuelvo a la sala de espera.

*Narra Ana*

Me estoy empezando a casar de estar aquí. Sola. Sin nadie. Y entra el doctor con una enfermera y se acercan a mí. La enfermera empieza a revisar mis constantes vitales mientras el doctor me habla.

Tomás: ¿Cómo estas Ana?
Ana: bien. Me duelen un poco las costillas.
Tomás: ¿Del pie no sientes nada?
Ana: no, a penas noto dolor en el pie…
Tomás: bueno, eso es bueno –me sonríe mientras apunta algo en una libreta-.
Ana: lo que no es bueno es que haya recordado a todos los que han entrado menos a una persona ¿No cree?
Tomás: -deja de escribir y me mira- ¿Cómo fue volver a verles?
Ana: me alegré mucho. Pero me falta ver a alguien.
Tomás: ¿A quién?
Ana: no lo sé. Le vi, pero no le recuerdo. Dígame quien era, quien es, que es de mí.
Tomás: ¿Quiere ver a alguno de los que vio antes? –dice evitando el tema-.
Ana: al chico que no reconozco.
Tomás: no seas cabezona, Ana.
Ana: a Carlos. –digo dándome por vencida, no me van a decir nada-.
Tomás: ¿No prefiere ver a su prima?
Ana: Carlos…
Tomás: esta bien. Ahora vendrá –vuelve a sonreírme-.

El doctor sale de la sala.
En la sala de espera están Carlos, Marta, David y Blas. Los demás se han ido a comer. Entra Tomás.

Tomás: -se acerca a los chicos- Ana esta completamente bien. Todo esta bien.
Blas: no me recuerda ¿Eso es estar bien?
Tomás: pero recuerda su imagen.
Blas: ¿No pueden ni si quiera decirle mi nombre?
Tomás: no lo sé, Blas. De momento quiere ver a Carlos.
Carlos: -sonríe muy feliz- ¿Sí?
Tomás: sí. Acompáñeme.

Yo aburrida, espero ansiosa la entrada de Carlos por esa puerta. Y por fin, y no sé a quién darle las gracias entra Carlos por la puerta y se acerca a mí.

Carlos: ¡Ana!
Ana: -sonrío- ¡Hola!
Carlos: ¿Cómo estás?
Ana: bueno…
Carlos: ¿Qué te duelen?
Ana: las costillas…
Carlos: y algo más.
Ana: -lo miro… me conoce demasiado. Me encojo de hombros-.
Carlos: venga Ana… los dos sabemos que puedes hacerlo.
Ana: ¿Por qué no le recuerdo? ¿Quién es? ¿Qué era mío?
Carlos: tienes que hacerlo tú mi loquis.
Ana: ¿Cómo?
Carlos: ¿Cómo lo hiciste con los demás y conmigo?
Ana: no tuve que hacer nada. Sólo con veros supe quién eráis.
Carlos: -se me queda mirando- no puedo decirte nada, cariño.
Ana: -suspiro- me desperté con su imagen en la cabeza ¿sabes?
Carlos: sí…
Ana: y no se me va de la mente. He pedido verle pero no me dejan. He pedido que me digan algo sobre él pero no me dicen nada. Empiezo a desesperarme.
Carlos: sólo necesitas un tiempo más con él.
Ana: ya… ¿Cómo fue todo mientras estuve aquí?
Carlos: -suspira- mal… dormí en la silla más cómoda de la sala de espera y me duele todo, imagínate.
Ana: pero podíais haber ido a casa. Si al fin y al cabo –me encojo de hombros- aquí estoy.
Carlos: ¿Cómo te íbamos a dejar aquí? ¡No!
Ana: -sonrío-.
Carlos: ¿Y lo recuerdas todo? Me refiero a tu vida.
Ana: ah, sí. Casi todo.
Carlos: falta Blas ¿No?
Ana: -lo miro, se me para el cuerpo, mi sangre corre muy deprisa al oír ese nombre. Pero no sé quién es… - ¿Blas?
Carlos: -se tapa la boca con las manos y mira hacia otro sitio- nadie, nadie. Déjalo.
Entra Tomás.
Tomás: Carlos vamos a hacerle el chequeo a Ana, tienes que salir.
Carlos: vale… bueno mi loquis –me mira- luego te veo ¿Vale?
Ana: claro –sonrío-.

Carlos sale de la sala y unos enfermeros me llevan a otra sala donde Tomás me hace el chequeo.

Pasan dos días más. He seguido viendo a todos menos a ese chico que sigue en mi cabeza ¿Qué mierda pasa? ¿Quién es? Ya me duelen menos las costillas y puedo caminar yo sola. Estoy tumbada, para variar, en la camilla y doy gracias a quién la hizo porque es bastante cómoda. Miro por la venta, repaso una vez más la habitación: un sofá, una mesita dónde hay flores que me traen los chicos, mi suero, una tele que no me dejan ver, un baño, la ventana de un décimo piso… y de repente lo recuerdo. Recuerdo el momento en el que las luces venían a toda prisa hacía mí, recuerdo el momento en el que escuche gritos, ambulancias y recuerdo que en la última persona era él. La persona que permanece en mi mente… Blas.  ¡Eso es! Blas… Blas es la persona a quién más quiero en este mundo, es él, mi niño. Lo acabo de recordar. Me vienen todos los momentos vividos con él. ¿Cómo pude olvidarme de él? ¿Cómo? Necesito verle, abrazarle, saber que sigue aquí. Toco el botón para avisar a una enfermera y sin darme cuenta ya esta aquí.

Enfermera: ¿Todo bien? –se acerca a mi cama deprisa-.
Ana: ¡Sí, sí! Le he recordado. He recordado a Blas.
Enfermera: -me mira sorprendida- ¿Aviso al doctor?
Ana: sí porfavor. Necesito verle.
Enfermera: enseguida viene.

Ella sale de la habitación y en menos de cinco minutos, calculo, entra el doctor acercándose deprisa a mi cama.

Tomás: ¿Recordaste?
Ana: sí… quiero verle, porfavor.
Tomás: -sonríe- él ha estado esperando por esto todo el tiempo ahí fuera. Ahora viene.
Ana: gracias, gracias.
Tomás: -me sonríe y sale de la habitación-.

 Y me pongo a pensar otra vez mientras me siento en la cama y mis pies cuelgan. ¿Qué hubiese pasado si nunca me hubiese acordado de él? ¿Qué hubiese sido de todo lo vivido hubiese quedado en el olvido? Y lo peor… ¿Qué hubiese hecho él sabiendo que me ama y yo a él ni si quiera le recordaba? Que hubiese sido de mi niño… más mal lo hubiese pasado, después de todo lo que hizo por mí.
Se abre la puerta despacio y ahí está. Es Blas.



¡Holiiiii! ¡Perdón por tardar un poco! Espero que os guste el capítulo y lo comentéis (que muchas ya no lo hacéis y no sé si os gusta o no, y si os da cosita decírmelo por Twitter esta Ask (links arriba de la pág.) o el chat de aquí a la derecha!!) Comentadme que tal os esta pareciendo la novela, si cambiaríais algo :) Y si queréis que os avise decirmelo por Twitter y os avisaré cada vez que suba! Un besote enorme y gracias por leer la novela!!♥

domingo, 16 de febrero de 2014

Capitulo 27

El doctor abre la puerta de esa habitación, entro y noto como la cierra. Veo a mi Ana, a mi vida llena de cables, una maquina que la hace que respire, rasguños por todos sitios, suero… ¿Por qué a ella? ¿Por qué? Me acerco rápido, con los ojos llenos de lagrimas, le toco la mano intentando no tocar ninguno de los cables.
Mis ojos se llenan de lagrimas y noto como resbalan sin parar por mis mejillas. Decido hablarle, susurrando.

Blas: Ana, amor… no quería gritarte, no quería… aun no debes saber lo que va a pasar amor, es por tu bien. No quiero que nada cambie, te lo diré pero sabes que ahora tienes que despertar ¿Lo sabes no? tienes que hacerlo ya amor, necesito saber que estas bien. Todos te queremos mi niña. Todos. Eres fuerte y lo vas a hacer ¿A qué sí?
La contemplo durante muchos minutos. Nada tiene sentido. Sé que me escucha pero es como si le hablase a la pared, me resbalan las lagrimas por las mejillas en abundancia. Y cuando me quiero dar cuenta entra el doctor.

Doctor: Blas, ya se acabó el tiempo.
Blas: -lo miro y vuelvo a mirar a Ana. Le sonrío, ella sabe que estoy aquí, me levanto y voy hacia el doctor-.
Doctor: tengo que hablar contigo.
Miro al doctor y sin decir nada salgo de la habitación donde se queda Ana. Me quito el traje verde y lo dejo en un canasto donde hay más y el doctor se acerca a mí.
Doctor: primero de todo, me llamo Tomás.
Blas: -asiento con la cabeza, mi educación se ha esfumado con mi sonrisa-.
Tomás: ¿Sus demás familiares donde están? ¿Sus padres?
Blas: fallecieron. Ella es de Barcelona.
Tomás: ¿Sabe si Ana tiene alguna enfermedad grave?
Blas: no. Que yo sepa no.
Tomás: -me mira con una cara que me hace dudar- vale. Tienes que volver a la sala, les iremos informando.
Blas: ¿Pasa algo?
Tomás: no. Nada. Vuelva a la sala –me sonríe-.

Yo asiento sin ninguna expresión en mi rostro y camino hacia la sala de espera mentalizándome para las preguntas que van a hacerme y no sabré que responder.
Una vez en la sala, con sólo su imagen estirada, llena de cables y con los ojos cerrados me siento. Sólo se acerca a mí Marta, me extraña.

Marta: -se sienta al lado mío- ¿Cómo esta? –me dice con los ojos llenos de lagrimas-.
Blas: -intento sonreírle- no te preocupes, Marta. Esta bien.
Marta: ¿Seguro?
Blas: -asiento- sí. Gracias por dejarme entrar.
Marta: no… no tienes que darlas.

Ella se levanta sin más y se va con David, quién la abraza y le da besos en la cabeza repitiéndole que no se preocupe una y otra vez. Ojalá Ana estuviese aquí conmigo. Carlos se me acerca con Álvaro y Dani, quienes se sientan a mis lados.

Álvaro: tío, todo estará bien. Es fuerte.
Blas: ¿Saldrá de esta? –digo sin más-.
Ellos se miran entre ellos.
Dani: claro que sí, hermano. Claro que sí.
Carlos: es fuerte, lo sabes.
Blas: ¿Por qué tuve que cabrearme con ella? –digo, echándome las culpas de no sé el qué bien, bien-.
Carlos: hey, ni se te ocurra echarte las culpas ¿eh?
Dani: no la tienes.
Blas: si yo no me hubiese cabreado ella no se hubiese ido.
Álvaro: hey tío, tú sabes que esto es así. No se lo merece pero no es tu culpa, no te eches nada encima porque no tienes la culpa de nada ¿Me oyes?
Blas: -no digo nada, ni si quiera les agradezco el apoyo. Pero no puedo, no me sale-
Se acercan David, Miriam y Marta.
David: oye, nosotros vamos a ir a casa a descansar.
Marta: que no.
David: que sí, Marta.
Miriam: yo tampoco me quiero ir.
Álvaro: -la mira-.
Blas: iros, ya me quedo yo.
Carlos: yo me quedo contigo.
Dani: yo me quedaría pero tengo que llevarles…
Blas: no importa, iros. Cualquier cosa yo os aviso.
Carlos: descansar.
Blas: vete tú también, Carlos. Descansa.
Carlos: no, yo me quedo.
Marta: porfavor, cualquier cosa por tontería que sea llamarnos. Porfavor.
Carlos: no te preocupes Marta. No te preocupes.

Se van los cinco y Carlos se queda conmigo. Somos las dos únicas personas en la sala de espera, son las 02:00hrs de la madrugada  y Carlos se ha quedado dormido en uno de los asientos cómodos de la sala. Yo sólo tengo en mi mente la imagen de mi Ana rodeada de cables y pido, a quién sea, que se ponga bien.
Pasa una hora y media o así y yo decido irme de la sala de espera, a fuera del hospital. Necesito aire fresco. Después de un rato vuelvo a entrar y miro mi móvil y veo un whatsapp de Magí.

*Conversación de whatsapp*

Magí: Blas, ¿Cómo esta Ana? Me acabo de enterar. *enviado a las 02:17*
Blas: no lo sé. No me han dejado verla desde las 12 de la noche.. *enviado a las 03:58*
Magí: ¿Qué haces despierto? *enviado a las 04:00*
Blas: estoy en el hospital *enviado a las 04:00*
Magí: ¿Sólo? *enviado a las 04:02*
Blas: no, con Carlos. Pero esta durmiendo. *enviado a las 04:03*
Magí: ¿Voy? *enviado a las 04:03*
Blas: no hace falta. *enviado a las 04:05*
Magí: descansa Blas. Se va a poner bien. Mañana voy a veros. *enviado a las 04:10*
Blas: buenas noches Magí *enviado a las 04:12*

Y dejo el móvil en la chaqueta. Las horas se me están pasando muy lentas, todo pasa muy lento. Carlos sigue durmiendo. Bebo agua por meter algo de líquido en mi cuerpo y sigo sentando en la silla.
Carlos se despierta.

Carlos: -me mira- ¿Nada?
Blas: -niego con la cabeza- no.
Carlos: ¿Qué hora es ya? –dice con los ojos entre cerrados y estirándose en la silla-.
Blas: las seis de la mañana.
Carlos: ¿No has dormido?
Blas: no.
Carlos: duérmete ahora un rato.
Blas: no.
Carlos: Blas, venga. Lo necesitas. Tendrías que verte la cara.
Blas: y si no se acuerda de mí ¿Qué?
Carlos: no digas eso, claro que se va a acordar.
Blas: y no sólo es eso… es… ¿Y si no recuerda nada de nosotros? ¿Sólo recuerda a su prima y a Miriam? ¿Qué?
Carlos: -se queda callado- no va a pasar eso, Blas.
Blas: todo es posible.
Carlos: ¿Dónde se ha quedado tu buena positividad?
Blas: no puedo tenerla.
Carlos: Blas…va descansa.

Y no digo ninguna palabra. Sigo en mis trece de no dormirme pero al final el sueño puede conmigo y...
Me despierto. Ya están aquí todos otra vez. ¿Cuánto he dormido?

Blas: ¿Cuánto he dormido?
Carlos: ni una hora. Son las nueve y te dormiste para las ocho y cuarto.
Blas: ¿Han dicho algo?
Carlos: no…
Álvaro: Blas, deberías ir a tu casa a descansar…
Blas: -niego con la cabeza-.
Álvaro: lo necesitas, Blas. Lo sabes, tío.
Sí, necesito descansar, dormir, comer. Pero no hago caso a ninguno y me levanto.
Entra el doctor Tomás a la sala.
Tomás: hola –nos saludo dándonos la mano a cada uno- acabo de hacerle una revisión a Ana.
Blas: ¿Y qué? –pregunto ansioso-.
Tomás: todo sigue igual.
Blas: eso es malo ¿No?
Tomás: para nada. Eso es bueno, malo sería si empeorara.
Marta: ¿Cuándo despertará?
Tomás: hoy seguramente. Sólo puedo decirles que sus constantes vitales están bien. Cualquier novedad vengo y les aviso.

El doctor vuelve a irse. Yo vuelvo a sentarme y Dani se me acerca y se pone de cuclillas en frente de mí.

Dani: Blas, esto ya te lo digo en serio. Vete a tu casa y descansa, porfavor.
Blas: Dani, estoy bien, no te preocupes.
Dani: no estás bien, no has comido nada, no has dormido nada más que 45 minutos. Tío, así no puedes estar. Y más con la preocupación. Porfavor. –me mira y creo que es la primera vez que veo a Dani tan preocupado por mí-.
Blas: escúchame, si yo viese que de verdad estoy mal me voy. No te preocupes.
Dani: -suspira- no consigo nada ¿No?
Blas: no.
Dani: pues te voy a comprar algo a la panadería de en frente del hospital y te le comes. Ya me da igual como te pongas.
Blas: -me hace gracias que tenga ese papel de “padre” cuando casi siempre soy yo el que esta así, suelto una risa-.
Dani: ves, te has reído. Positividad joder, que todo va a estar bien.
Blas: -sólo lo miro-.
Dani: ¿Una caña de chocolate o unas lentejas?
Blas: no digas gilipolleces Dani –vuelvo a soltar una pequeña risa-.
Dani: así me gusta hermano, que te rías. Ahora vengo.

Dani se va, ha logrado que me ría. Maldito Dani… es un crack.
Después de diez minutos entra él con la caña de chocolate y un café de la maquina, que no esta muy bueno pero se lo agradezco mucho.

Pasa medio días más. Ya son las siete de la tarde y aún no se ha despertado Ana. Ha venido Magí pero ya se ha ido.
Entra el doctor Tomás por la puerta.

Tomás: -se acerca a nosotros- ha despertado.
Blas: -se me llenan los ojos de lágrimas, sigue aquí. Sigue viva-.
Tomás: todo esta bien, pero el golpe en la cabeza…

*Narra Ana*

Me despierto. ¿Dónde estoy? ¿Qué son todos estos cables? ¿Por qué me siento tan rara? Intento moverme y no puedo. Entra un ¿Doctor?

Señor: hola Ana –me sonríe dulcemente transmitiéndome tranquilidad-.
Ana: -le sonrío- ¿Dónde estoy?
Señor: en el hospital. Soy el doctor Tomás. Tuviste un accidente ayer por la tarde y pasado aquí la noche.
Ana: ¿Ah sí?
Tomás: sí… ¿no lo recuerdas?
Ana: no, no recuerdo nada…
Tomás: es normal. Sigue descansando un poco más, voy a avisar a tus familiares.
Ana: ¿Familiares? ¿Qué familiares?
Tomás: -me mira con mala cara- tus amigos, tu prima, tu novio…
Ana: -lo miro con la cara más extraña ¿Novio? ¿Amigos?- ¿Qué dice? Mi prima pero ¿Quién más?
Tomás: descansa.
Ana: espere.
Tomás: dime.
Ana: no le digan a mi prima lo que tengo.
Tomás: ¿Del accidente?
Ana: no, de lo otro. De mi enfermedad.
Tomás: tranquila.

Sale de la sala sin más. ¿Qué familiares tengo yo? Mi prima y ya esta. ¿Qué novio? ¿Qué amigos? Me quedo aquí sin poder moverme porque me duele todo. Recuerdo a alguien… pero… no sé cómo se llama. Sólo tengo su imagen en la cabeza pero no sé cómo se llama ni quién es.

*Narrador externo*

En la sala de espera…

Blas: ¿Qué pasa con el golpe en la cabeza?
Tomás: no recuerda nada.
Blas: ¿Cómo nada? –se le para el corazón?
Tomás: sólo… sólo recuerda a su prima.
Todos lo miran con los ojos llenos de lágrimas.
Carlos: ¿Sólo a su prima?
Tomás: sí… todo es cuestión de que os vea las caras a los demás, supongo.
Miriam: ¿Supone?
Blas: -no puede decir palabra-.
Tomás: sí… esto va según la persona. Primero va a entrar su prima, después de uno en uno los demás a lo largo de las horas. Lo que os pediría sería que, porfavor y esto es muy importante, si no recuerda cualquier cosa de vosotros, o a vosotros no le recordéis nada. Es lo más importante.
Todos asienten con la cabeza.
Tomás: ¿Prima de Ana?
Marta: yo.
Tomás: venga conmigo.

Marta va con Tomás y llegan hasta la habitación de Ana. Una habitación de hospital normal y corriente ya que la habían subido mientras el doctor explicaba la situación a los demás.

Tomás: no le recuerdes a nadie ¿Vale?
Marta: -asiente- tranquilo.
Tomás: -sonríe y abre la puerta- adelante.
Marta entra.

*narra Ana*

Estoy aburrida ¿Pueden dejar que me vaya? Ya me han subido a la habitación. No entiendo nada. Se abre la puerta y veo aparecer a mi prima. ¡Mi niña!

Ana: -sonrío-.
Ella se acerca a mí llorando y me abraza.
Marta: ¡Que susto me has dado!
Ana: ¿Me han atropellado o algo así? ¿No?
Marta: sí…
Ana: pero estoy bien, no te preocupes.
Marta: ay… ¿Te duele? –señala mis costillas-.
Ana: un poquito.
Marta: aish… menos mal que estas bien.
Ana: Marta dime… ¿He perdido memoria?
Marta: -se me queda mirando fijamente-.
Ana: tengo en mente la imagen de un chico… un chico muy guapo, tiene los ojos verdes, una peca en la frente… ¿Quién es Marta? No se va de mi mente.
Marta: -se le llenan los ojos de lagrimas- recuérdalo tú, amor.

¿Qué lo recuerde?
Va Tomás a la sala de espera y coge a Miriam y Carlos. Vuelven a mi habitación y hacen que Marta salga y entran ellos dos.

Ana: ¡Miriam! ¡Carlos!
Se acercan a mi con los ojos llenos de lagrimas y me abrazan con cuidado.
Carlos: ¿Cómo estas mi loquis?
Ana: bien… supongo.
Miriam: que susto nos diste…

Después de un ratito ellos se van. Los recuerdo. A todos. Después de un rato a solas entra alguien a mi habitación y es él. El que esta en mi mente. El mismo. Y se acerca a mí… ¿Quién es?

Chico: -se acerca a mí y no dice nada-.

Ana: -lo miro- ¿Quién… quién eres?


Perdón por tardar tantos días en subir capítulo entre que me fui a Madrid para el UWGT, tenía algunos exámenes y he tenido unos problemas no he podido. Intentaré subir el Martes también, voy avisando por Twitter y si no preguntadme por Ask :) Si alguien quiere que le avise sólo decirme el Twitter y cuando suba os aviso :) Espero que os guste el capítulo y me lo comentéis tanto como lo reclamáis ¿eh? jajaja un besote enorme a todas y GRACIAS por leerme! Abrazoteeees♥

martes, 4 de febrero de 2014

Capitulo 26

Tocan al timbre.

Blas: -mira a Carlos-.
Carlos: soy una tumba.

Blas va abrir la puerta.
Nos abre la puerta Blas, lo saludamos y a mi me abraza fuerte, no se por qué. Entramos al salón y ahí están los chicos, sonrientes, felices pero ¿Por qué? 
Nos acomodamos todos en el salón y como no, Marta saca el tema de la reunión.

Marta: oye y ¿Qué os han dicho en la reunión?
Hay un silencio algo incomodo pero no entiendo por qué, no entiendo nada.
Ana: ¿Hola? Os han hecho una pregunta.
Carlos: nada, nos han hablado sobre el concierto del otro día y eso, nada importante.
Yo miro a Carlos y el brillo de sus ojos no es normal, este está muy feliz y no se debe a lo del otro día, si no a algo más. Miro a Blas atentamente a los ojos y veo como le brillan el también esta feliz pero algo le falla.
Blas: -se da cuenta de que lo estoy mirando y me sonríe-.
Ana: ¿Todo bien? –le digo únicamente moviendo los labios, él está en frente de mí-.
Blas: -me asiente con la cabeza, sonriendo-.
Miriam: ¿Sólo os han llamado para eso?
Álvaro: sí, sólo eso –sonríe-.
Dani: ¿Os creéis que si fuese otra cosa no os lo diríamos?
Dani, cariño, te acabas de delatar. No voy a decir ni a pedir explicaciones ahora. Lo haré luego con Blas.
David: claro, ¡Os lo diríamos!
Blas: ha empezado a llover –intenta cambiar de tema hablando del tiempo, me río-.
David: ala, pues llamamos al Telepizza ¿No? Qué para ir a buscarlas y todo…
Blas: sí, voy a la cocina que tengo allí el número –se levanta-.
Carlos me mira y me pone una cara como diciendo “No me crees ¿Cierto?” y esque a él le conozco demasiado también. Me levanto y voy hacía la cocina.
Dani: Ana, en la encimera hace daño, experiencia.
Ana: -lo miro y me río- que idiota.
David: no hace falta que nos expliques tus experiencias sexuales, tío.

Entro a la cocina y Blas esta al teléfono con los de Telepizza. Me sonríe.

Blas: ¿Qué quieres? –me dice susurrando-.
Ana: agua. –respondo en tono desagradable, dios ¿puedo ser más idiota?-.
Blas: -me mira con cara rara y sigue hablando con los de Telepizza-.

Me lleno un vaso de agua, que en realidad ni quiero, y me lo bebo buchito a buchito esperando a que Blas termine de hablar por teléfono. Después de unos dos minutos interminables cuelga el teléfono.

Blas: -deja el teléfono en la encimera- ¿Qué pasa amor? ¿Qué pasa? –se acerca a mi y no sabes si abrazarme, tocarme el brazo o simplemente no hacer nada y opta por la primera opción. Me abraza fuerte y me da un beso en la cabeza-.
Ana: -es irresistible no abrazarlo a veces y este es uno de esos momentos- ¿Por qué no me dices la verdad?
Noto como se paraliza y se pone tenso.
Blas: ¿Qué verdad?
Ana: -me separo- ¿Qué os han dicho en la reunión? ¿Tan importante es para no contarlo?
Blas: no nos han dicho nada.
Ana: a veces creo que piensas que soy gilipollas, de verdad.
Blas: -me mira raro- ¿Qué dices? No pienso eso. –eres más lista de lo que piensas –piensa él-.
Ana: no soporto que me mientan, lo sabes.
Blas: no te estoy mintiendo.
Ana: ¿Qué no?
Blas: ¡Que te estoy diciendo que no! –me dice con la voz un poco alta-.
Ana: no me grites que no te estoy gritando.
Blas: ¡Pero esque no hay nada que contar! –vuelve a decirme con el tono alto-.
Ana: -me lo quedo mirando, no veo a mi Blas… no lo veo- ¡Que no me grites!
Blas: ¡Que no te estoy gritando!

Salgo de la cocina y cojo mi bolso y me voy de ahí sin decir nada a nadie. Estoy teniendo la actitud de una niña pequeña, lo sé. Pero estos temas me tocan mucho la moral, que me mientan en mi puñetera cara no lo aguanto. Camino y camino mientras me mojo por la lluvia. Suena mi móvil y veo:

“Llamada perdida de “Blas<3”
13 whatsapps de 7 conversaciones.

Ni los miro, sigo adelante con mi rabieta de niña de tres años y sin darme cuenta pasa todo demasiado rápido. Sólo escucho un frenazo de un coche, un grito, unas luces que se acercan a mí a toda velocidad y lo único que me viene a la menta es la imagen de mi Blas, mi niño. Ya esta. No veo nada, no siento nada, me duermo.

*Narrador externo*

En casa de Blas suena el móvil de Marta.

Blas: cógelo a ver si es Ana –dice con cierta desesperación, tenía un mal presentimiento-.

*conexión telefónica*

X: ¿Marta?
Marta: sí, soy yo. ¿Con quién hablo?
X: con la policía. Mire, ¿Es usted prima de Ana?
Marta: sí ¿Qué pasa? –dice con cara de preocupación - ¿Esta bien?
Blas: -se le abren los ojos como platos, la sangre le fluye muy rápido por las venas, se levanta-.
Policía: mire, no se asuste pero su prima ha tenido un accidente, la han atropellado –
Marta: ¿Qué? ¿Qué? ¿En qué hospital esta?
Policía: (nombre de hospital), la están llevando a urgencias vayan allí y pregunte por ella, les informarán.
Marta: muchas gracias.
Policía: espero que todo este bien, adiós.

*fin de conexión telefónica*

Marta: -se queda mirando a un punto fijo-.
Blas: ¿¡Qué pasa Marta!? ¿¡Qué pasa!? –dice con una desesperación notable-.
Marta: han atropellado a Ana.
Blas: ¿¡Qué!? –alarga las “e” infinitamente-.
Carlos: ¿Qué dices? ¿Dónde esta?
Marta: (nombre de hospital).
Blas: ¿¡Cómo esta!?
Marta: no lo sé, no lo sé Blas –rompe a llorar-.
David: Blas, porfavor, cálmate.
Carlos: vamos para el hospital, ya.
Blas: -coge las llaves de su coche-.
Dani: Blas, vente conmigo tú, ¿Cómo vas a conducir?
David: o en el mío si queréis.
Blas: vámonos ya porfavor, donde sea pero vámonos –dice con los ojos llenos de lágrimas-.

*Narra Blas*

Quiero irme, quiero ir a ver a mi Ana ¿Cómo estará? Encima se fue cabreada. No mi amor. Estás bien ¿A qué sí? Dime que sí. Dímelo.

Voy con Dani y Carlos en el coche de Dani, no paro de moverme, necesito llegar ya. Noto como la sangre me fluye a toda prisa por el cuerpo, noto como la cabeza me hace presión. Después de un eterno viaje para mí, llegamos al hospital.
Carlos se baja conmigo mientras Dani va a aparcar. Una vez dentro, desesperado ya, me dirijo al mostrador a preguntar dónde y como esta mi Ana.

Blas: perdone, ¿Ha llegado una paciente llamada Ana?
Administrativa: creo que la están entrando ahora mismo por la puerta de detrás.
Blas: déjenme verla, porfavor.
Administrativa: -me mira, ve mi desesperación y habla con un enfermero-.
Carlos: venga Blas, cálmate, todo va a estar bien.
Blas: -miro a Carlos, noto su preocupación también-.
Carlos: no llores, hermano. De verdad, todo estará bien.
Viene la administrativa.
Admin: mire acompáñelo a él y antes de que entre a quirófano la podrá ver.
¿Quirófano? Miro a Carlos, creo que, con la cara mas asustada que he tenido nunca, él sólo me dice “ves, ves y dile que la queremos, es fuerte, lo sabes.” Y sigo al señor vestido de blanco que me lleva hacia las ambulancias y veo como bajan a mi Ana en una camilla a toda prisa. Me quedo parado, no soy capaz de dar un paso más. Está llena de sangre, intento con todas mis fuerzas acercarme a ella y tocarle un enfermero me lo impide.
Enfermero: tendrá que esperar en la sala de espera, señor lo siento. Esta muy grave.
Blas: porfavor, déjeme acercarme, porfavor.
Enfermero: -creo que ha notado mi desesperación, como para no hacerlo, se paran esperando a un ascensor y él se aparta y deja que me acerque a mi niña-.

La miro, la contemplo, le toco la mano y veo que no lleva el anillo que le regale ¿Se lo abra quitado ella? Recuerdo que se fue enfada de casa y no puedo evitar que lagrimas resbalen por mis mejillas, le estoy agarrando fuerte la mano, “Ana, eres fuerte, lo sé, despierta, todos te queremos” le digo pero ella sigue con los ojos cerrados, sin decirme nada.
Se le llevan. Veo como meten a la mujer que más quiero dentro de un ascensor mientras tiene el suero puesto, la cara llena de sangre y con los ojos cerrados.
Viene otro enfermera con las cosas de Ana en la mano.

Enfermera: disculpe, esto es de ella –me estira su bolso-.
Blas: -lo cojo- gracias.
Enfermera: se pondrá bien, tranquilo.
Blas: ¿Usted cree?
Enfermera: sí, ahora tiene que ir a la sala de espera.
Blas: gracias.
Me dispongo a irme, cuando he pegado unos dos o tres pasos me llama la chica joven otra vez.
Enfermera: ¡Disculpe!
Blas: -me giro con el bolso de Ana entre los brazos-.
Enfermera: tenga, esto también es suyo –me pasa el anillo que le regale-.
Blas: gracias.

Creo que estoy siendo lo más borde que nunca haya existido encima de la tierra, pero sinceramente no me sale estar de otra manera.
Me dirijo a la sala de espera con el bolso entre los brazos y el anillo en mi mano apretandodolo bien fuerte.
Cuando llego ya están todos, sin decir palabra me siento. Verla así me ha producido un sentimiento horroroso.

Marta: ¿Cómo esta Blas? –me dice con la voz tomada de haber llorando-.
Blas: -me encojo de hombros- no lo sé.
Marta: ¿Pero grave?
Blas: sí.
Miriam: ¿Qué le van a hacer?
Blas: no lo sé, no tengo ni idea. No me han dicho nada.
Carlos: ¿La has visto?
Blas: -asiente con la cabeza- sí. Estaba llena de sangre.
Carlos: joder…

Después de un rato bastante largo y eterno  respondiéndoles preguntas que no tengo respuesta decido coger el móvil de Ana de su bolso. Esta mal, pero sé que no le va a importar. Lo desbloqueo y lo primero que veo es su fondo de pantalla, una foto de ella y yo en Ricote, que sonrientes estamos los dos. Que bonita es. Pongo la galería de fotos y empiezo a mirar fotos, tenemos un montón juntos, y tiene muchas con Carlos también, y con Marta y Miriam. Pero sólo con nosotros.
Después de otro largo y eterno rato llega un doctor.

Doctor: familiares de Ana.
Me levanto, y después los demás.
Doctor: -se acerca a nosotros, aunque sólo hay dos personas más en la sala- a ver, la hemos operado, su diagnostico es de dos costillas rotas, un pie roto y… un leve pero alomejor mal golpe en la cabeza.
Blas: ¿Leve pero mal golpe?
Doctor: quizá pierda la memoria.
Blas: ¿Y ESO ES LEVE? –le grito sin saber que cojones hacer-.
Doctor: cálmese, porfavor.
Álvaro: -agarra de un brazo a Blas- Blas, tranquilo.
Doctor: no se sabe, no se sabe si perderá memoria, si lo hará por completo, si sólo lo hará el momento del golpe, si lo hare sólo unos meses. No se puede saber hasta que no despierte.
Marta: ¿Puede entrar alguien a verla?
Doctor: también venia a hablarles de eso. Sólo una persona puede entrar de momento.
Miro a Marta, sé que ella quiere verla.
Blas: entra tú.
Marta: -me mira con cierta cara de asombro- ¿Yo?
Blas: sí, yo ya la vi antes. Entra.
Marta: no, no. Entra tú.
Blas: -niego con la cabeza, sé que ella lo está deseando tanto como yo-.
Marta: -se acerca a mí con los ojos llenos de lagrimas y me habla susurrando- me apuesto lo que sea que ella te va a notar más a ti que a mí, entra, entra y dile que estamos aquí.
Blas: gracias.

Sigo al doctor, me hace ponerme el típico traje de hospital, mira que es feo esto. Me lo pongo tan rápido como puedo y salgo, él me esta esperando. Lo vuelvo a seguir por unos pasillos hasta que llegamos a una puerta.

Doctor: ¿Cómo se llama?
Blas: ¿Yo? Blas.
Doctor: bien Blas, tiene veinte minutos si no se complica nada.
Blas: ¿Se puede complicar algo?
Doctor: siempre se pueden complicar las cosas. Ella aun no ha despertado, esta sedada por lo tanto usted no podrá hablar con ella ¿Sí?
Blas: -asiento con la cabeza-.


El doctor abre la puerta de esa habitación, entro y noto como la cierra. Veo a mi Ana, a mi vida llena de cables, una maquina que la hace que respire, rasguños por todos sitios, suero… ¿Por qué a ella? ¿Por qué? Me acerco rápido, con los ojos llenos de lagrimas, le toco la mano intentando no tocar ninguno de los cables. 



Holiiiis! Otro más, espero que os guste y me lo comentéis por Twitter o Ask! Millones de gracias por leerme :))))))))))))
PD: No sé si la semana que viene podré subir el Martes porque me voy a Madrid para el fin de gira y no sé si lo podré tener terminado! Pero si no es el Martes es el Miércoles o el Jueves!
BESOTEEEEEEEES♥