jueves, 20 de marzo de 2014

Capitulo 30

Carlos: ¿Por eso mismo? –me pregunta sin entender-.
Ana: porque como le amo no quiero que deje esta  oportunidad.
Carlos: -suspira- no sé, Ana. Deberías pensarlo bien… no te arrepientas después como él.

Creo que no soy consciente de lo que quiero hacer, pero sólo estoy mirando por él. Nadie me va a entender pero… es esto y ya está.

Me despierto. ¿Qué pasa? ¿Qué hago aquí? ¿Qué he soñado? Era el chico ese y los demás, eran mi prima, Miriam, los chicos… y el chico que no sé quién es. Si ya estaba todo bien, reconocí a todos, bueno menos a ese chico y el doctor Tomás me dijo que me daría el alta y sigo aquí. En la habitación de un hospital.
Entra mi prima con Carlos por la puerta.

Marta: ¡Hola Ana! Que susto nos has vuelto a dar, cariño.
Ana: ¿Qué pasó? No entiendo nada.
Carlos: estabas hablando con Blas y –
Ana: ¿Qué Blas?
Carlos y Marta se miran mutuamente.
Marta: pues… Blas. Si lo has reconocido antes.
Ana: no sé quién es.
Marta: iré a avisar al doctor…
Carlos: yo… yo me quedo aquí –dice tocándose la cabeza preocupado-.
Marta sale de la habitación y Carlos se queda conmigo.
Ana: ¿Qué ha pasado?
Carlos: no lo sé, Ana.
Ana: sí, sí lo sabes.
Carlos: esperemos a que venga el doctor ¿Vale?
Ana: -suspiro- me iban a dar el alta, Carlos.

Entra el doctor con Marta por la puerta.

Tomás: -se acerca deprisa a mí- Ana… ¿Cómo estás?
Ana: ¡Mal! No entiendo nada. ¿Qué pasa?
Tomás: a ver… estabas haciendo el ejercicio de reconocer a tus familiares, era el último, te costó un poco más y de repente te desmayaste y no has despertado hasta hoy.
Ana: ¿Cuánto tiempo llevo así?
Tomás: tres días… ¿Qué no recuerdas?
Ana: lo mismo de siempre. Al chico.
Tomás: -toma apuntes mientras yo le hablo- muy bien, ahora vendrá una persona y me tendrás que decir si la reconoces.
Ana: vale.
Tomás: Marta, Carlos porfavor salir de la habitación.
Ellos dos salen y el doctor sigue apuntando en su cuadernito.
Tomás: ¿Qué recuerdas?
Ana: el momento en el que Dani, David y Álvaro entraron.
Tomás: ¿No más?
Ana: no. No sé si será de importancia pero he ¿Soñado? Con todos ellos y el chico al que tengo su imagen y ya está.
Tomás: ¿Soñaste con todos?
Ana: sí.
Tomás: ¿Qué clase de sueño tuviste? ¿Lo recuerdas?
Ana: no… no recuerdo absolutamente nada.
Tomás: muy bien… -no deja de apuntar en su cuaderno-

Y salen de la habitación “necesita descansar”, cómo si no hubiese descansado ya durante 3 días me digo a mi misma y vuelvo a mirar y a repasar cada objeto de la habitación.

*Narra Blas*

Veo llegar a Marta, Carlos y al doctor con una cara que no me gusta nada. Salí a llamar a mi madre hace tres días, a decirle que todo estaba bien que ella me había reconocido y después el doctor salió al rato y nos dijo que Ana se desmayó pero… ¿Qué pasó ahora? Vienen a toda prisa pero para mí, cada paso que dan es eterno. Y cuando finalmente llegan Marta se sienta a mi lado. La miro.

Blas: Marta ¿Qué pasa?
Marta: -señala al doctor haciendo un leve movimiento de cabeza-.
Miro al doctor.
Tomás: todo lo que esta pasando es muy raro, le reconoció y ahora de repente no sabe quién es Blas.
Blas: ¿Qué? –se me para el corazón, se me forma un nudo en el estomago, se me pone la cara pálida ¿Qué más?-.
Tomás: dice que no sabes quién es. Que recuerda hasta el punto en el que Dani, David y Álvaro salieron de la habitación. Pero el punto que más me extraña es que no recuerda a su familia tampoco.
Blas: ¿Ni a mi madre?
Tomás: no, nada que tenga que ver con usted a parte de el resto –mira a todos los que están conmigo-.

Veo como el mundo se me cae en picado otra vez, todo absolutamente todo se esta derrumbando a mi alrededor. ¿Qué se supone que tengo que hacer yo ahora?

Tomás: le pediría que viniese conmigo para que lo vuelva a ver.
Blas: claro. –digo desganado mientras me levanto de la silla con los ojos brillantes y llenos de lagrimas-.
Tomás se pone a caminar y yo detrás de él. Pero alguien me coge del brazo y me giro, es Álvaro.
Álvaro: hey, todo va a estar bien ¿Vale?
Blas: -me encojo de hombros y no digo nada más-.
Álvaro: vamos, Blas. Lo sabes.
Yo ya no sé que sé, miro a Álvaro y sigo al doctor sin decir palabra. No me apetece soltar ni si quiera una nota musical.  Llegamos a la puerta de la habitación.

Tomás: Blas, lo mismo de hace tres días ¿Vale? No recuerda nada de ti.
Blas: -asiento con la cabeza-.
Tomás: no hagas que recuerde nada.
Blas: no –digo mientras niego lentamente con la cabeza-.
Tomás: son momentos difíciles, lo sé. Ofrecemos atención psicológica para caso así, si quieres…
Blas: no la necesito, gracias…
Tomás: -coge la maneta de la puerta- todo tuyo. Cuidado. Puedes hablar pero no decir en ningún momento quién eres –abre la puerta-.

Entro y la vuelvo a ver ahí, sentada. Mi Ana. Me mira.

*narra Ana*

Estoy sentada en la cama cuando veo que la puerta se abre, levanto la mirada y la clavo en la persona que está entrando y dirigiéndose a mí. Es él, la persona que no sale de mi mente pero… sigo sin saber quien es. Es un momento que me supera, estoy desesperada por saber quien es, como se llama, qué es de mí. Se queda a unos dos pasos más de mí.

Ana: ¿Quién eres? Dímelo, porfavor.
Chico: no puedo –me dice sonriendo-.
Ana: pero… ¿Por qué? Reconozco a todo el mundo y a ti… no. ¿Por qué? ¿Cuál es tu nombre? ¿Te conozco?
Chico: no puedo decirte nada, créeme que lo haría.
Ana: pero…
Chico: -niega con la cabeza- tengo que salir.
Ana: porfavor –le pido desesperadamente que me diga quién es-.
Él sonríe una vez más y sale de la habitación. Perfecto, aquí sigo. Mirando la habitación blanca sin lograr recordar quién es ese chico, poniendo todo mi empeño sin conseguir resultado.

*narra Blas*

Salgo de la habitación sonriendo pero en cuanto cruzo el marco de la puerta se esfuma la sonrisa. Y esta Tomás que quiere hablar conmigo.

Tomás: ¿Te reconoció?
Blas: no.
Tomás: le hicimos unas pruebas y nos hemos reunido los médicos que llevamos el caso de Ana y hemos decidido, que lo mejor será hacer que no le conoce de nada.
Blas:  ¿Cómo? No, no puede hacer eso. Ella logrará reconocerme algún día –digo desesperado-.
Tomás: no he dicho que no vaya a hacerlo. Tranquilízate. Lo hará pero no sabemos el tiempo que pasará.
Blas: pero… -me quedo callado un momento y pienso en la propuesta- ¿Es mejor para ella decirle que no me conoce?
Tomás: totalmente.
Blas: díganselo. Si es mejor para ella… háganlo.
Tomás: ¿Seguro? Usted es quién esta implicado y decide.
Blas: si es mejor para ella, decírselo.
Tomás: muy bien. ¿Le acompaño a la sala de espera?
Blas: no… no hace falta.

Y creo que con la cara más pálida no he estado nunca. Llego a la sala de espera y explico lo que van a hacer.

Miriam: ¿Y así? ¿Tal cual?
Blas: sí.
Dani: ¿Cómo les has dejado?
Blas: porque es lo mejor para ella.
Marta: pero se olvidará de ti, Blas.
Carlos: ¿Sabes que te digo? Que muy bien. Los médicos han decido que eso sería mejor para ella y tú, a pesar de los contras, has aceptado.
Álvaro: cierto.
Carlos: y ya verás cómo te recordará. Quizá pase un tiempo largo pero lo hará.

*narra Ana*
Después de un rato vuelve a entrar Tomás.

Tomás: ¿No supiste quién era?
Ana: no.
Tomás: ¿Sabes? La verdad es que no le conoces de nada, Ana.
Ana: ¿Cómo que no? Si me desperté con su imagen en la cabeza, soñé con él…
Tomás: a veces pasa cuando se tienen estos accidentes, pero no sabes quién es. Nunca lo has visto antes.
Ana: ¿Entonces por qué vino a que le reconociera?
Tomás: una prueba más.
Me siento decepcionada. Creí que él era algo de mí, creí que se trataba de algún sentimiento más…
Tomás: te haremos una prueba más, deberás venir cada dos días a que te hagamos pruebas ¿Sí?  Y sé que cuando termine el verano, de aquí dos semanas tendrás que volver a Barcelona, allí tendrás que hacer lo mismo.
Ana: vale.
Tomás: ¿Quieres que entre alguien?
Ana: no, no… Prefiero estar sola.

Tomás sale de la sala y yo me quedo ahí. Ese tal Blas… yo juraría que le conozco.
Pasan dos días más y ya estoy volviendo a casa, tengo que ir cada dos días al hospital a hacerme una prueba. No tenía suficiente con mi enfermedad que ahora estoy medio tonta.
Cuando llego a casa quiero salir, he estado demasiado tiempo encerrada y no quiero estarlo más, así que Marta, Miriam, Carlos y yo nos vamos por ahí a dar una vuelta.
Los días pasan y no he vuelto a ver a aquel tal Blas. Ni he escuchado hablar de él, pero su imagen sigue en mi mente, intacta.
Llega el día en el que debemos coger el tren Miriam y yo para volver a Barcelona. Ayer por la noche hicimos una fiesta por la noche en la que no apareció el chico tampoco. Sé que es amigo de ellos, me di un golpe en la cabeza pero no soy gilipollas.
Estamos en casa con todos, despidiéndonos una vez más de los chicos.

*Narra Blas*

No puedo ver a Ana, me revienta demasiado y hoy se va. ¿Qué hago? ¿Por qué acepté la petición de que no supiese quien era? Soy imbécil… voy a ir a verla, me da igual, necesito verla y decirle adiós. No sé como lo haré, que le diré pero me voy a casa de Marta ya.

Cojo las llaves del coche y corro hasta este, voy tan rápido como puedo hasta su casa, son las 16:45hrs y Carlos me dijo que se iba a las 17:30hrs para la estación, miro impaciente el móvil, donde aun estamos ella y yo como fondo de pantalla, el trafico, el reloj. Me planto en el portal sin darme cuenta, dejo el coche en segunda fila, no pienso más que en verla. Aprovechano que un vecino sale del portal entro yo, y subo hasta el último piso por las escaleras, corriendo, por no esperar al ascensor. Y en menos de un minuto estoy delante de la puerta. Toco al timbre. Me abre Marta.

Marta: ¿Qué haces aquí Blas?
Blas: necesito verla antes de que se vaya, porfavor. –le ruego-.
Marta: pero el doctor dijo que no se podía…
Blas: nunca dijo nada de no verla, dijo que no era bueno que ella supiese que me conocía de antes.
Marta me mira, y esque es verdad, el doctor Tomás nunca dijo que no nos pudiésemos ver, simplemente hacer ver que no nos conocíamos.
Blas: entraré como un amigo tuyo, y me presentaré, no le diré que la conozco, de verdad Marta, de verdad. Créeme.
Marta me mira por unos segundos sin decir nada y sabe que estoy desesperado por verla.
Marta: vale. Pasa.
Blas: gracias, gracias.

Entro al piso. Y a medida que paso el pequeño pasillo me voy poniendo más nervioso, no la volveré a ver, no sabe quien soy, no sabe que existo, no sabe nada de mí, ni de nosotros. Y llego al salón, todos se giran a verme y por último ella. Clavo mi mirada en la suya y le sonrío, ella me mira como si hubiese visto un fantasma pero sonríe, se me llenan los ojos de lágrimas.

Marta: ha venido a visitarme, no sabía que estabais aquí.
Álvaro: ¡Hombre, Blas! Cuanto tiempo ¿No?
Carlos: eso, que no das señales de vida.
Y veo que están siguiendo el rollo.
Blas: pues sí, he estado algo ocupado. Me fui a mi pueblo unos días –me invento cualquier cosa porque ya no sé que decir-.

*Narra Ana*

Y pican a la puerta, Marta a abrir y después de un rato entra ella y detrás… detrás el chico que tengo en la mente, el que no se va, el que permanece. Creo que lo miro como si fuese un fantasma pero él me sonríe y yo hago lo mismo. Álvaro y Carlos hablan como si fuese un desaparecido en combate y él responde que estuvo en su pueblo, así que, como nadie hace el gesto de presentarnos me meto en la conversación, quiero saber quien es.

Ana: ¿De qué pueblo eres?
Blas: de Ricote.
He estado ahí. Ricote, me suena mucho ese nombre y estoy segura que he estado ahí. No sé cuando, ni cómo llegue, ni con quien pero he estado.
Ana: ¿Ah sí? Yo creo que he estado ahí.
Miriam: ¿Cuándo Ana?
Ana: no lo sé…
Miriam: ¿Estás segura?
Ana: sí.
Marta: bueno Ana, hay que irse ya… perderéis el tren si no.
Ana: claro…
Blas: voy un momento al baño.

Me despido de los chicos llorando, estoy triste por tener que irme de aquí, no quiero. Pero este año ya terminaré mis estudios allí y podré venirme aquí a continuar estudiando y estar con la gente que me quiere, mi gente. Álvaro se despide de Miriam mientras ella llorar como si no hubiese un mañana, pobrecita… y yo me despido de los demás entre risas y llantos, nos van a acompañar al aeropuerto Carlos, David y Álvaro , así que van bajando, Dani a con ellos después de darme una abrazo que casi me corta la respiración, Miriam y Álvaro bajan también y nos quedamos mi prima y yo en casa.
Tengo que hacer algo antes de que todo esto aquí termine, tengo que aclarar una última cosa.

Ana: Marta, es bajando cierro yo.
Marta: ¿Sí?
Ana: sí, sí. Tranquila.

Marta se va, y son tontos porque acaban de dejar aquí al chico ¿Nadie se acuerda de él? Si que ha estado desaparecido…
Me acerco al baño y toco la puerta.

Ana: -pego dos toquecitos en la puerta y no sé como llamarle- em… chico… nos tenemos que ir… todos se fueron ya.
Él abre la puerta y veo lágrimas en sus ojos. ¿Qué pasa?
Ana: ¿Todo bien? –le pregunto-.
Chico: -sonríe- sí, sí.
Ana: encantada, soy la prima de Marta. –sonrío-.
Chico: yo soy amigo de los chicos.
Ana: -sonrío- ¿Sabes? Nadie quiso decirme tu nombre, ni quién eras. Me dijeron que no nos conocíamos.
Me mira sin decir palabra y yo continuo mi frase.
Ana: pero sé que sí. Eres algo mío, eres parte de mí. Me desperté con tu imagen en la mente y sigue ahí, supongo que, una de dos: o de verdad no te conozco o todo esto es cosa de que mi mente siga bien y recuerde cuando tenga que recordar. De todas formas, intentaré recordar quién eres y que eres de mí, me di un golpe en la cabeza que, bueno sí, me dejó algo tonta, pero no lo soy y en cuanto recuerde quién eres… te lo diré. –sonrío-.
Chico: -tiene expresión triste pero me sonríe-.
Ana: ¿Por qué llorabas?
Chico: -se encoge de hombros-  ¿Sabes cuando quieres mucho a una persona y ella ni si quiera sabe que existes? ¿O quién eres? O no se acuerda de ti… eso me pasa.
Ana: pues esa persona debería mirárselo ¿Eh? Porque quién no querría estar contigo –le sonrío intentando animarle-.
Chico: -suelta una pequeña risa- espero que se dé cuenta pronto.
Ana: seguro –sonrío- tengo que irme a Barcelona, vivo allí…
Chico: claro –sonríe- espero que nos volvamos a ver pronto.
Ana: estoy segura de ello.

Bajamos juntos por la escalera, él muy amble se ha ofrecido a llevarme las maletas. En el portal, los chicos estaban a unos veinte metros esperando al lado de los coches.

Ana: bueno, nos vemos.
Chico: bueno viaje –me dice en un tono triste pero sonríe-.

Que sonrisa más perfecta, que labios tan perfilados. Yo le conozco.
Nos ponemos caminos al aeropuerto y al final sólo pueden venir con nosotras Marta y Carlos así que a los demás ya no los veré hasta… ¿Navidad?, espero que sea antes.
Estamos en Atocha despidiéndonos de Carlos y Marta.

Carlos: ay mi loquis –me abraza- hacemos Skype ¿Eh? Cómo la otra vez, porfavor.
Ana: claro, cielo –le abrazo fuerte- gracias por estar siempre ahí.
Carlos: gracias a ti cariño, te quiero muchísimo –se separa de mí-.
Ana: ay, ya esta va, no quiero llorar –le digo mientras se me cae una lagrima y él me sonríe con los ojos llenos de estas-.
Ana: Marta cielo, -la abrazo- nos llamamos, hablamos por whatsapp, por Skype… ya sabes.
Marta: sí, amor, cómo siempre.
La abrazo un rato más y después Miriam y yo entramos al AVE.
Carlos y Marta ya se han ido, y el AVE se retrasa un rato, veo a… al chico ese amigo de los chicos, que sigue su imagen en mi mente y no paro de intentar recordar quién es. Salgo corriendo del AVE y me acerco a él.

Ana: ¡HEY! –le grito-.
Chico: -me mira- ¡Hola! –sonríe-.
Ana: ¿Qué haces aquí?
Chico: vine a despedir a una amiga.
Ana: ¡Oh! Bueno… no me presenté antes y aunque me vaya en nada tengo que hacerlo –sonrío- me llamo Ana.
Chico: -sonríe- encantado una vez más. Yo soy Blas.

Y entonces es cuando todo se para. Empiezan a pasar imágenes con mucha velocidad en mi mente, y ahora todo cobra sentido, ahora todo encaja. Ricote, su sonrisa, el porque me sonaba tanto. Es él, es mi Blas.



¡Aquí el último capítulo! Espero que os haya gustado. El capítulo anterior lo hice estando mal, sin inspiración y por eso salió así. Lo siento, espero que el último os guste. Y bueno, este sí que os pido porfavor que me lo comentéis, que os ha parecido la novela en sí, ya  sea por Twitter, Ask, Whatsapp... La segunda parte la subiré en este mismo blog y os avisaré por Twitter, supongo que tardare unas dos semanas o tres en subir el primer capítulo. ¡Un besote enorme a todas y otra vez miles de gracias por haber seguido la novela! Nos leemos en nada, os quierooo♥

miércoles, 12 de marzo de 2014

Capitulo 29

Blas: -se acerca a mí sin ninguna expresión en la cara y se queda en frente de mí-.
Ana: -¿Qué veo? Esta demasiado cansado, se le nota a leguas, le abrazo-.
Blas: -me abraza con muchísimo cuidado. Noto como sonríe-.
Ana: perdón.
Blas: ¿Perdón qué?
Ana: no acordarme de ti, amor. Lo siento, lo siento muchísimo.
Blas: no pasa nada –se separa de mi y me coge la cara con las dos manos y se queda a muy pocos centímetros de mí- ya pasó. Me recodaste y aquí estoy.
Ana: -me lo quedo mirando aun con mis brazos en su cintura, le sonrío como puedo-.
Blas: -se acerca a mí y me besa-.
Necesitaba este beso como lo que más. Le adoro, le quiero, le amo tanto pero tanto…
Ana: ¿Has descansado?
Blas: -me mira y suelta una pequeña risa- eso no importa ahora, amor. Túmbate. –ayuda a que me tumbe en la cama-.
Ana: sí que importa… se te nota el cansancio a kilómetros.
Blas: lo importante es que tú estas bien.
Ana: y que te recuerdo.
Blas: -sonríe- exacto.
Ana: ¿Fuiste a casa?
Blas: no te preocupes por mí.
Ana: -me lo quedo mirando mientras el acaricia mi mano-.
Blas: -me sonríe- ¿Qué?
Ana: -me encojo de hombros- no sé.
Blas: -sigue sonriendo-.
Ana: ¿Le dijiste algo a tu madre?
Blas: sí. Tuve que llamarla porque no podía más.
Ana: se quedo preocupada ¿No?
Blas: mucho…
Ana: pues en cuanto salgas por esa puerta la llamas ¿eh? Que no quiero que se preocupes más, todo esta bien.
Blas: -sonríe- sí… todo esta bien –repite la frase feliz-.

Y Blas se queda conmigo un rato. Después el tiene que salir y entra el doctor.

Tomás: a ver Ana, ahora te haremos una prueba para ver si tu golpe en la cabeza esta bien ¿si?
Ana: -asiento con la cabeza- ¿Cuánto tiempo tendré que quedarme aquí?
Tomás: no lo sé hasta que no tenga los resultados de la prueba.
Ana: vale.

*Narra Blas*

Cuando he entrado a la habitación y la he visto sonriéndome, sabiendo que ella me reconocía no sabía que hacer. “Por fin” me repetía mientras iba hacía la habitación.
Cuando el doctor ha entrado a la sala de espera y me ha dicho esas palabras… “Blas, Ana ya te recuerda” creo que han sido las mejores palabras y las que más felicidad han causado en mí después de las de… lo de Auryn, que por cierto se lo tengo que contar...
Llego a la sala espera sonriente, creo que más sonriente que nunca, y me acerco a los demás que me miran sonrientes, como si notasen mi felicidad, saben que Ana me recordó.

Álvaro: ¿Qué? ¿Todo bien? –dice sonriendo-.
Blas: -lo miro sonriendo y creo que se me llenan los ojos de lágrimas- sí.
Marta: ¿Te recordó? –me mira sonriente, feliz por lo que estaba pasando-.
Blas: -la miro- sí, me reconoce. Sabe quien soy.
Dani: que mal trago, joder.
Blas: ¿A mí me lo vas a contar? Madre mía… hablando de madre, voy a llamar a la mía.

Me levanto y salgo de la sala de espera, me quedo parado al lado de la maquina expendedora de refrescos, pero decido ir a la calle, necesito que me de el aire. Camino por los pasillos hasta llegar, noto cómo el sol caliente de verano toca mi piel y veo que estoy sonriendo y que todo ha pasado. Saco el móvil del bolsillo de mi pantalón y busco el numero de mi madre en la agenda.

*conexión telefónica*

María Jesus: ¿Quién?
Blas: mamá ¿No me tienes guardado en la agenda? –digo riéndome-.
María Jesus: ¡Ayyy mi Chiqui! Esque estuve trasteando el móvil y se me perdieron los contactos.
Blas: ay… ¡Cuando aprenderás!
María Jesus: no lo sé, lo único que sé es que algo bueno hay… ¡Estas feliz! ¿Cómo esta Ana?
Blas: ya me reconoció, me recordó. Sabe quién soy.
María Jesus: ¿Sí? Cómo me alegro Chiqui…
Blas: incluso me preguntó por ti.
María Jesus: ay mi Ana… ¿Qué dijo?
Blas: manda saludos y dice que no te preocupes que esta bien.
María Jesus: -ríe- vaya tela… ¡Cómo no me voy a preocupar! Vaya cosas tiene.
Blas: sí… -ríe- ella es así.
María Jesus: bueno mi amor, tengo que colgarte ¿Vale?
Blas: vale.
María Jesus: cualquier cosa, me llamas. Sea bueno o malo ¿sí?
Blas: por supuesto mamá. Te amo.
María Jesus: y yo a ti. Muchos besitos.

*fin de conexión telefónica*

Hablar con mi madre siempre me mejora el ánimo, y después de estar con Ana así de bien me ha alegrado aún más de lo que pensaba.

(…)

*Narra Ana*

Los chicos han estado dando pequeños conciertos en salas que han llenado y nosotras hemos ido a todos, ya empiezan a tener un número considerable de seguidores y yo estoy muy feliz por ellos, aunque tengo miedo de que esto me separe un poco de Blas, pero al fin y al cabo es lo que le hace feliz a él.
Estamos todos reunidos en casa de David, los chicos tienen algo que decirnos, quedan dos semanas para que tenga que volver a Barcelona para acabar mis estudios y ya después podré venirme aquí a vivir, a buscar un trabajo y a hacer mi vida aquí, con Blas. Estoy feliz pero algo me lleva rondando en la cabeza hace días últimamente veo a Blas raro, distante. He intentando hablar con él pero siempre me dice que no pasa nada, que todo esta bien y cambia el tema rápidamente.

David: bueno estamos aquí porque… -se calla-.
Marta: ¿Por qué? –dice impaciente-.
Dani: a ver, es… es un tema difícil.
Marta: ¿Por qué? –vuelve a repetir impaciente-.
Dani: porque tiene que ver con Auryn.
Miro a Blas y él ni si quiera me esta mirando ¿Qué coño pasa?
Ana: ¿Malo?
Dani: bueno… depende como se mire.
Marta: ¿Lo podéis decir ya? –dice mientras se le acaba la paciencia, aunque no es la única-.
Carlos: mirad… hace como ¿Cuatro? ¿Cinco semanas? Hablamos con Magí y no dijo que esto iba a empezar a hacerse grande porque… porque todo ya esta pasando, como habéis visto. Sacamos un single que fue bastante aclamado y firmamos muchos… ahora… vamos a sacar un disco y todo se va a complicar. No vamos a poder estar siempre con vosotras, y el tema de David, Álvaro y Blas es que tienen que tener más cuidado con el tema de novias.
Es verdad han crecido, que han firmado muchos singles, han llenado salas, ha subido su número de seguidores muy rápido pero…¿Para esto? ¿Realmente va a ser feliz Blas así?
Marta: ¿Y por qué no lo dijisteis antes? ¿Eh? ¿Por qué? –y alza la voz, indignada-.
David: Marta… lo hablamos y lo decidimos así.
Blas: era mejor.
Ana: ¿Mejor? –lo miro-.
Blas: -noto en su mirada como pide perdón pero estoy demasiado cabreada como para pensar en eso- sí Ana… era mucho mejor.
Ana: -me río- ¿Nos habéis tomado por gilipollas? Tenemos una edad para saber que es bueno y que es malo ¿Sabes? Y si esto es malo, en su parte, lo hubieseis dicho en su momento no un mes más tarde.
Blas: pero Ana, esque…

Yo me levanto y me voy. No quiero saber nada de este tema… ¿O sí? Salgo de casa de David con una indignación notable y me voy a la mía. No quiero hablar con nadie.
Cuando llego a casa me tiro en el sofá y me pongo a pensar. ¿Por qué Blas no me dijo esto antes? ¿Era por esto que estaba tan raro? Él no será feliz. Arriba del escenario yo lo veía el más feliz del mundo, disfruta pero una vez cuando baja y me ve es como un impedimento para celebrarlo del todo bien, es como que tiene miedo.

Después de un rato dándole vueltas a la cabeza tocan al timbre. ¿Mi prima o Miriam no saben que las llaves se inventaron para algo? Me levanto del sofá y me dirijo a la puerta y la abro.

Ana: pero vosotras no sabéis que –y me callo cuando veo que a quien tengo delante de mí es a Blas-.
Blas: -sólo me mira-.
Ana: -me aparto de la puerta- pasa.
Blas entra sin decir nada y se sienta en el sofá. Cierro la puerta y me dirijo al salón por el pequeño pasillo y lo veo ahí,  sentado en el sofá con los codos en las rodillas y sus manos dejadas caer. Me mira y yo voy a sentarme a su lado.

Ana: ¿Quieres algo de beber o comer?
Blas: no, no.
Ana: Blas… ¿Por qué no me lo contaste? ¿Por qué? ¿Qué pasa? Tener 18 años me quita derecho a asumir estas “responsabilidades” ¿No?
Blas: ¡No! Claro que no.
Ana: ¿Entonces?
Blas: tenía… tengo miedo. Mucho Ana, mucho miedo.
Ana: lo sé. Sé que tienes miedo, vi tu mirada arriba del escenario y cuando bajabas y me veías ¿Qué te crees? ¿Qué soy tonta?
Blas: no… no quiero fama. No quiero que todo el mundo sepa mi vida, con quien estoy, que hago, no quiero.
Ana: lo que te hace feliz, la música, comporta eso.
Blas: tengo miedo de nosotros Ana. ¿No te das cuenta? De nuestra relación. De que todo esto acabe por algo que a mí me hace feliz. Pero esque me hace feliz la música y tú.
No, no tengas miedo, pequeño. Yo soy el estorbo para cumplir su sueño. Lo miro, y doliéndome mucho le respondo.
Ana: entonces, tendré que apártame yo.
Blas: ¿Cómo? –me mira atónito-.
Ana: sí Blas, es lo mejor… ¿No crees? No vas a ser feliz con las dos cosas y no voy a ser yo quién impida tu sueño.
Blas: Ana, Ana. Espera. No sabes lo que estas diciendo o lo estoy interpretando mal –noto una pequeña desesperación en sus palabras-.
Ana: -lo miro-.
Blas: ¿Estarás de broma?
Ana: -niego con la cabeza doliéndome muy dentro-.
Blas: Ana, venga ya –me va abrazar-.
Ana: -impido que me abrace- no. Esto tiene que ser así. Para que tú seas feliz y disfrutes haciendo lo que te gusta y cumplas tu sueño yo tendré que apartarme.
Blas: Ana, no. Otra vez… -noto como duelen sus palabras incluso a mí recordando lo mal que lo pasé sin él- otra vez no. Porfavor.
Ana: para mí es difícil pero… es lo mejor para ti.
Blas: ¿Lo mejor? ¿¡Lo mejor!? –me dice gritando-.
Ana: yo me voy de aquí dos semanas, vosotros vais a sacar disco ¿Crees que me vas a ver mucho? ¿Crees que esto nos va a aportar algo?
Blas: -se queda callado- pero estando contigo me da igual todo. Dejo la música de lado.
Ana: -lo miro- ¿¡Qué!? Ni de coña.
Blas: no voy a dejar que esto nos separe, te lo digo de verdad.
Ana: vale. Vale. Intentemos seguir con esto. Intentémoslo.
Y para nada pienso así. No quiero seguir con esto por el simple hecho.
Blas: no piensas así.
Ana: -suspiro-.
Blas: Ana, yo tampoco soy tonto.
Ana: esque no vas a dejar escapar tu sueño.
Blas: ahora estoy a tiempo de salir de Auryn, más adelante, no.
Ana: ¿Qué dices? No permitiría eso nunca.
Blas: -sólo me mira-.
Ana: Blas… no vamos a llegar a ningún sitio.
Blas: -suspira- ¿Estás segura?
Ana: no.
Blas me abraza y yo sólo le respondo el abrazo y hundo mi cabeza entre su hombro derecho y su pecho. Creo que toda esta situación me esta superando. Quiero que él cumpla su sueño feliz y no mirando por nadie más, y por mí va a mirar. Yo también tengo miedo de todo. Y me cae una lagrima cosa que lleva a que sorba por la nariz.
Blas: Ana, hey, hey… -me intenta separar para mirarme-.
Yo hago fuerza para que no me separe de él y él deja de intentar separarme y me da un beso en la cabeza.
Blas: ¿Qué pasa? –me pregunta muy bajito-.
Ana: yo también tengo miedo Blas, me da miedo que tú te hagas famoso y lo nuestro se vaya a tomar viento, te amo no creas que no… pero es mejor cortar por lo sano amor… es mejor prevenir que curar.
Blas: -cierra los ojos con fuerza- pero ¿Y si todo sale bien? ¿Qué? ¿Eh?
Ana: ¿Y si no?
Blas: no mires lo negativo mi niña. Mira lo positivo.
Ana: es difícil.
Blas: pero tenemos que intentarlo. No quiero que te arrepientas de algo así mi niña. Yo lo hice y no quiero que vivas con eso.
Y entiendo el porque de todo. Él sabe que si lo hago me voy a arrepentir, lo sé hasta yo, pero esque es mejor así. Aunque… ¿Por qué no intentarlo? Dejar todo correr sería una tontería… ¿No? no sé que decir así que me quedo callada abrazándole.
Blas me separa de él pero sin soltarme, me coge la cara con las dos manos y me seca las lagrimas.
Blas: no llores.
Ana: -asiento con la cabeza porque no sé que más hacer-.
Blas: dime algo. Habla.
Ana: sería una tontería dejarlo.
Blas: -sonríe y me da un beso en la mejilla- todo va a estar bien, ya verás.

Y nos quedamos ahí. Sigue metido en mi cabeza que dejarlo y cortar por lo sano sería lo mejor que podríamos hacer, y miro por él, por su felicidad. Yo seré una parte pero él no va a estar feliz teniendo las dos cosas, no lo va a ser. Lo sé.

Al día siguiente me despierto, me ducho y me visto. Voy a la cocina, ahí esta Miriam con Carlos ¿Qué hace aquí?

Miriam: buenos días amor –sonríe-.
Ana: hola… -me acerco a darle dos besos a Carlos-.
Carlos: ¿Cómo estás?
Ana: no lo sé. –me siento y alargo el brazo para coger un vaso y la leche-.
Carlos: ¿Qué pasa?
Ana: nada… ¿Qué haces aquí?
Carlos: ¿Me estas echando? –me dice con cara de ofendido, bromeando-.
Ana: -suelto una pequeña risa- claro que no tonto. Sólo que me ha extrañado.
Carlos: sé que estas mal.
Ana: -miro al vaso que ya esta lleno de leche y le doy vueltas con la cucharilla-.
Carlos: ¿Qué pasa?
Ana: -niego con la cabeza- nada.
Carlos: no me hagas sacártelo con pinzas, loquis. Que te saco las tripas.
Ana: -me río-.
Miriam: tienes mala cara… ¿Has dormido bien?
Ana: -niego con la cabeza- no.
Carlos: Blas.
Ana: -lo miro- ¿Qué pasa?
Carlos: dímelo tú.
Miriam: basta ya de este juego de niños pequeños. Ana ¿Qué coño te pasa?
Ana: ayer intenté dejar a Blas.
Miriam: -me mira sorprendida- ¿Por qué?
Ana: porque a él le hace feliz la música, pero… tiene miedo. Tiene miedo de que todo se vaya a la mierda por culpa de eso pero a la vez quiere que sigamos juntos y la única manera que hay de que el  cumpla su sueño, que es dedicarse a la música profesionalmente, yo me aleje de él y sea feliz con eso.
Carlos: pero no es la opción.
Ana: -miro a Carlos- me dijo que aún estaba a tiempo de dejar Auryn ¿Sabes?
Miriam: ¿Qué? –me dice mirándome atónita- pero si es su sueño.
Carlos: madre mía.
Ana: y yo soy el impedimento, ¿Qué hago? ¿Y si esto por lo que sea no sale bien? Se jode algún día, por lo que sea. Ha dejado pasar la oportunidad de su vida, porque de estas solo hay una en toda la vida. No me perdonaría ser yo la causante de todo esto.
Carlos: pero ¿Y si sale bien?
Ana: Carlos, tú le ves la cara arriba del escenario, y cuando baja y cuando me ve a mí. ¿Qué pasa?
Carlos: -se queda callado durante un momento- es verdad… Él hablo conmigo y me dijo que quería la música por encima de todo pero también a ti.
Ana: pero no se puede tener todo, y él no va a querer dejarme a mí ni a la música, entonces tengo que ser yo quien haga eso.
Carlos: pero le quieres…
Ana: -me río- por eso mismo.
Carlos: ¿Por eso mismo? –me pregunta sin entender-.
Ana: porque como le amo no quiero que deje esta  oportunidad.
Carlos: -suspira- no sé, Ana. Deberías pensarlo bien… no te arrepientas después como él.


Creo que no soy consciente de lo que quiero hacer, pero sólo estoy mirando por él. Nadie me va a entender pero… es esto y ya está. 


Perdonad el tiempo sin subir, pero intento hacer capítulos que valgan la pena y no subir cualquier chorrada... Comentadme que tal os va pareciendo la novela porque... ¡Es el penúltimo capítulo! Pero en nada esta la segunda parte :) ya sabéis que tenéis los links de Twitter y Ask arriba de la página y si queréis que os avise sólo me lo tenéis que decir :). Un besazo enorme y gracias por leer la novela. Much loveeee!!!♥