domingo, 14 de septiembre de 2014

Capítulo 3 (Segunda temporada)

Blas me miró analizando las últimas palabras que había soltado por mi boca. No decía nada y se concentraba en procesar las palabras en su mente, o eso creo. Hasta que pasados unos minutos, o quizá segundos infinitos, sin articular palabra me abrazó.

Blas: eres lo más bonito que tengo, de verdad.
Yo sonreí pegada a su cuello, pensaba totalmente igual sobre él.
Ana: ¿Pensabas que me iba a alejar de ti por eso? –me separo de él-.
Blas: no, pero… es un tema, ya sabes, delicado por así decirlo.
Ana: -niego con la cabeza y le doy un beso- con nosotros no puede un tema delicado.

(…)

Había pasado una semana y teníamos que volver a Barcelona lo antes posible para que Miriam y yo pudiésemos volver a clase, ella ya estaba recuperado, únicamente había sido un golpe sin mucha importancia en la cabeza. Yo por mi lado había llamado a la escuela de fotografía para explicar todo lo que había pasado y me respondieron lo mejor posible, que volviese lo antes posible pero que no pasaba nada puesto que el accidente había salido en todos los medios de comunicación.
Ya era el día de volverse a Barcelona, y probablemente no sucedería ningún contratiempo que nos hiciera quedarnos en Madrid unos días más, y así, cogiendo días de aquí y de allí quedarnos semanas enteras, ahora no era así, tocaba volver.
En la estación nos estábamos despidiendo de los chicos y nos subimos al AVE mientras dejábamos a nuestra nueva familia en Madrid, pero por muy poco tiempo.

(…)

Los días iban pasando en Barcelona y cada día hablaba con Blas, con Carlos hacía Skype casi todos los viernes, lo habíamos denominado “Viernes de Skype”, era como estar con él.
Era Noviembre y empezaba a hacer un frío que te congela los huesos, yo volvía de las clases cuando empecé a sentirme demasiado cansada y me senté en el primer banco que encontré, y en el momento que me sentaba mi móvil empezó a sonar.

*Conexión telefónica*

X: ¡Hola bonita!
Ana: hola amor –sonrío inevitablemente-.
Blas: ¿Cómo estás?
Ana: bien, volviendo de clase e intentando llegar a casa sin acabar siendo un cubito ¿Y tú? ¿Qué tal?
Blas: -sentí como soltaba una pequeña risa- estábamos reunidos los cinco con una productora y demás.
Ana: ¿Cómo va el tema del disco?
Blas: bien, la verdad que no esperaba que fuese tan bien. –escucho que lo llama David- amor, te dejo que tengo que volver a entrar.
Ana: vale cielo, un beso.
Blas: ¡Te amo!

*fin de conexión telefónica*

Me volví a levantar del banco y llegué a casa, “tengo que volver a ir al médico” me puse como nota mental llame a mi doctor para pedir hora y me metí a la ducha. Cuando salí Miriam ya había llegado y estaba preparando la cena.

Ana: vaya, hoy estas generosa ¿No?
Miriam: si, es que a veces me dan venazos.
Ana: ya veo ya. ¿Qué preparas?
Miriam: pues mira, creo que me comeré yo todo esto por desagradecida de la vida –me dice intentando hacer la ofendida-.
Ana: ay me tendré que ir a cenar con Antonio José mija –le digo en tono de telenovela sudamericana para hacer drama-.
Miriam: ves no más, déjame sola con mi virgensita que me cuida desde allá –señala hacía arriba-.
Ana: la concha tu madre desagradecida.

Y en un abrir y cerrar de ojos estamos llorando las dos de la risa, a más no poder por las tonterías que acabábamos de soltar por la boca.
Cenamos y nos sentamos en el sofá a ver la televisión aunque poca cosa daban.

Miriam: ¿Echas de menos a Blas?
Ana: -dejo de pasar de canal y la miro- Miriam… ¿Qué pregunta es esa? –ella se encoge de hombros- ¿Echas tu me nos a Álvaro?
Miriam: -me mira- ¡Pues claro!
Ana: pues lo mismo digo, cariño. Vaya preguntas…

Pasó el fin de semana, la verdad es que no hacíamos mucho, y cuando llegó el lunes yo tuve que ir al doctor. En la sala de espera me aburría mucho, muchísimo y cuando escuche mi nombre casi lloro de la alegría. Me levanté y entre a la consulta.
Me siento en una silla frente al doctor.

Doctor: hombre Ana, ¿Qué te trae por aquí? Nos veíamos en seis meses ¿No?
Ana: sí Guillermo, pero verás, cómo dijiste que si me sentía cansada o falta de apetito viniese, aquí estoy.
Guillermo: ah, así que es eso… ¿Cuánto hace más o menos que sientes eso?
Ana: hace unas semanas, pero el viernes pasado volvía a casa y me sentí demasiado cansada, tanto que si seguía me caía.
Guillermo: la medicación fue bien ¿cierto?
Ana: sí, fenomenal…
Guillermo: la cosa sería empezar  a mirar por quimioterapias…
Ana: ¿Pero no hay más opciones?
Guillermo: ya las hemos probado todas…
Ana: ya… ¿Pero cuando se empezarían?
Guillermo: a ver, de momento yo dejaría un año de margen, que dentro de lo tuyo es poco, pero de aquí un año, si no ha cambiado todo miraríamos de dejarlo más tiempo.
Ana: genial, pero de aquí un año yo ya no viviré aquí, me iré a Madrid.
Guillermo: no te preocupes, lo puedes hacer allí también.
Ana: ah bueno, me quedo más tranquila –obviamente no quiero tener que volver aquí para esto-.
Guillermo: mira, vuelve de aquí tres meses –me da un papel con el día y hora y para volver- y así hacemos un seguimiento ¿Sí?
Ana: genial.
Guillermo: -me extiende la mano y yo se la doy- un placer volver a verte –dice con su sonrisa tan blanca que deslumbra-.

Yo salgo de la consulta y vuelvo a casa en metro porque de verdad esta haciendo mucho frío y cuando llego me pongo a estudiar.

Va pasando el tiempo y juro que se me pasa demasiado lento, aunque a Miriam también le pasa así que no soy yo la loca.
Y llegó Navidad, de verdad detestaba esto, no estar con los chicos, no tener a Blas ahí para poder abrazarle y sobre todo no poder, celebrar de algunas forma que les conocí.
Estas fechas hace un año para mí fueron sumamente importantes, felices y tristes, aunque pasó lo que pasó y ahora ya esta todo bien.
Miriam y yo estamos colocando los adornos de Navidad cuando tocan a la puerta.

Miriam: voy yo –se levanta y va hacía la entrada-.
Escucho un grito que es digno de haber visto un muerto y se me cae la bola que iba a poner en el árbol, ¿Qué cojones? Voy corriendo a la entrada y me quedo más que de piedra, parece que una fuerza magnética me tiene pegada al suelo y me comprime por dentro. No puedo creer que las personas que están ahí de pie, sean ellos. Mi familia.

Ana: Blas. –digo como puedo-.
Ellos se reían y Blas me cogió fuerte y me abrazo.
Blas: ¿Qué pasó amor? –dice sonriendo-.
Ana: no espera, no es real ¿No?
Carlos: pues no intentes matarme que te quedas sin Carlos.
Ana: ¡Dios! ¿Pero qué hacéis aquí?
Carlos: venir a pasar la Navidad con vosotras, creo yo. Sí ¿No?
Ana: ¡Tienes un puto septum! Yo eso no lo había visto.
Carlos: ya es que me lo hice el Sabado y hoy tocaba Viernes de Skype que ha pasado a ser “Viernes juntos”
Ana: yo os amo, en serio.
Miro a Blas, él me mira feliz, con una gran sonrisa y lo abrazo.
Ana: te he echado mucho de menos.
Blas: y yo amor, créeme –me da un beso en la cabeza-.
Miriam: ¿Y Carlos, David y Marta?
Álvaro: no han podido venir, bueno, David se iba a Granada y Marta con él y Dani con su familia.
Ana: tener primas para esto… -digo bromeando-.
X: ¿Tener primas para qué? –escucho a Marta y la veo aparecer entre las puertas del ascensor sonriendo.
Yo me abrazo a ella, malditos sean. También están David y Dani. Los saludo a todo igual que Miriam y entramos.

Carlos: ¡Si estáis poniendo el árbol!
Dani: ahora lo puede acabar Carlos, tiene una extraña afición a poner bolas.
David: las que él no tiene.
Carlos le tira una bola del árbol a David.
Carlos: calla idiota.

No paraba de reír, les había echado mucho de menos, pero el problema era ¿Dónde nos íbamos a meter tantas personas?

Ana: a ver… para dormir yo creo que podríais –me cortan-.
David: tenemos un colchón hinchable y todo, si queréis.
Álvaro: claro, pensamos en todo.
Miriam: entonces arreglado ¿No? Álvaro conmigo, Blas con Ana, dos en la habitación que nos sobra, y dos en el colchón.
Marta: pues David y yo en la habitación.
Carlos: es que ellos necesitan intimidad –levanta y baja las cejas rápido-.
Todos nos reímos y empiezan  a colocar sus cosas. Blas y yo vamos a mi habitación y el deja la maleta y se sienta la cama y yo me siento encima suyo.

Ana: gracias amor –le doy un beso-.
Blas: -me sonríe- no las des. Fue idea de todos –sonríe-.
Ana: ¿Cuánto os quedaréis?
Blas: en realidad no lo sabemos, hasta cuando os vaya bien a vosotras.
Ana: cuando queráis, como si os queréis quedar aquí un mes. Por mí…
Blas: y por mí… como si no vuelvo a Madrid.
Ana: -sonrío- pensaba que no te vería hasta verano.
Blas: de todas formas estaba planeando venir un fin de semana ¿eh? Estar allí sin ti es difícil.
Ana: y si te digo yo lo difícil que es tenerte allí, a ti, a ellos,  a mi prima…
Él me abraza fuerte. A veces pienso que somos muy cursis pero esto es lo que hace el amor. Nos quedamos un rato abrazados, sin decir nada, porque no hace falta. Teniéndole presente a él, sólo con sentir que esta conmigo me sobra el mundo.

Decidimos salir a cenar, y para arreglarnos es el caos. Un baño para ocho personas… aunque esta yendo bastante bien, pensaba que sería más caos.
Una vez termino voy al comedor y veo que el árbol esta acabado, con tanto ajetreo no tenía ni idea de quién lo había hecho.

David: ¿Te gusta como ha quedado? –dice mientras se sienta a mi lado-
Ana: -sonrío- ¿Has sido tú?
David: y Carlos.
Ana: -me río- Carlos no podía faltar, ¡Por Dios!
David: -se ríe- ha madurado…
Ana: ¿Sí?
David: … no –empieza a reír- en realidad es genial así.
Ana: es demasiado genial, sí…
David: ¿Tú como estas?
Ana: super feliz de que estéis todos aquí, no nos lo esperábamos –sonrío-.
David me abraza fuerte con su gran sonrisa, él es así, feliz.
David: nosotros estamos también muy felices de estar aquí. Se os echa de menos por Madrid ¿Eh?
Ana: ¿Sí? –me río- nosotras os echamos muchísimo de menos también…
David: ¿Cómo llevas el no estar con Blas?
Ana: -lo miro, me parece raro que David este hablando de este tema conmigo, nunca antes lo había hecho. Me encojo de hombros- lo llevo. Es muy complicado pero bueno…
David: él lo pasa mal…
Miro hacía otro lado que no sea la cara de David.
Ana: -suspiro- dejemos el tema, por favor. Ahora estáis aquí y no quiero pasarlo mal pensando que os vais a ir y otra vez voy a esta sin él, y él sin mí.
David: te ama y no lo va a dejar de hacer, sólo quiero que lo sepas y que esté bien tranquila ¿Sí?
Ana: -asiento con la cabeza porque si articulo palabra puede ser que las piscinas de mis ojos se descontrolen-.
Él me abraza. Después nos vamos todos a cenar a un restaurante.




Holi genteeee:) Ya vuelvo, ya vuelvooooo!! Intentaré subir capítulo siempre que pueda, mañana empiezo la clases y tal pero lo intentaré, ya he recuperado mi inspiración y tengo ideas para dar y regalar, a veces sólo hace falta un parón, llevaba 4 años escribiendo fanfics y reventé.
Espero que os haya gustado el capítulo, que lo comentéis (Blogger, Twitter, Ask) y que os quiero mucho guapos/as! Jaaaa!! Besotes enormes y cuidaros!!♥
PD: he perdido los Twitters de la gente que avisaba, si queréis que vuelva a avisaros únicamente volver a pedirlo :)

lunes, 2 de junio de 2014

¡Noticia!

¡Hola chiquis!
Vengo a decir que paro la novela por un tiempo, quizá unas semanas, un mes, dos... No lo sé.
Mis motivos sinceramente ni yo los sé, pero una vez que escribes por compromiso a los lectores las cosas nunca salen bien. Así que para subir capítulos que no valgan la pena y me preguntéis cuando subiré aquí os dejo la respuesta. Espero que entendáis y cuando vuelve seguir leyendo.
Un besote bien fuerte para todas! Nos leemos/escribimos por Twitter!! Much love!!

-Ana

martes, 6 de mayo de 2014

Capítulo 2. (Segunda temporada)

Cada palabra que decía la analizaba de la mejor forma que podía en ese momento de cacao mental. Tenía razón, y es que otra vez me demostraba que era él el único que me alegraba los días.
Me cae el agua de la ducha por todo el cuerpo y empiezo a analizar que ha pasado desde esta mañana. Han pasado tantas cosas en tan pocas horas… Me despedí de los chicos por la mañana, incluyendo todo lo que pasó con Blas, después me fui a la estación y ahí recordé a Blas, viví un accidente de tren y ahora estoy aquí, en casa de la persona que más amo, a la que no recordaba, duchándome. Demasiado surrealista mi día, la verdad. Llevo como treinta minutos aquí, he acabado pero dejo que el agua caliente corra por mi cuerpo y me relaje, mantengo los ojos cerrados intentando olvidar ciertas escenas de las que vi hoy pero es imposible.
Dos toquecitos en la puerta me sacan de mis pensamientos.

Ana: -apago el agua de la ducha para poder escuchar mejor- ¿¡Sí!?
Blas: amor… ¿Estás? Tenemos que ir al hospital.
Se me ha olvidado incluso eso ¡Imbécil!
Ana: sí, sí. Ya salgo.
Blas: ¿Quieres algo de comer?
¡Comida! Sí. Necesito meter algo en mi estomago.
Ana: sí porfavor.
Blas: ¿El qué?
Ana: lo que sea.

Escucho sus pasos alejarse por el pequeño pasillo, salgo de la ducha envuelta en una toalla y me empiezo a peinar el pelo, pero empiezo a pensar. -¿Qué acaba de pasar? Ha sido todo muy… ¿Raro? Él no ha entrado al baño… ¿Por qué? Si no pasa nada ¿No?-  Sigo peinándome y dándole vuelta al tema y cuando termino me visto y voy a la cocina. Ahí está él. Mi persona favorita. De espaldas preparando algo de comer. Creo que no superaré esto de cada vez que le vea sentirme culpable por todo lo que le he hecho pasar aunque no haya sido cosa mía, si no de mi mente o lo que quiera que sea.

Blas: -se gira y al verme se le ilumina la cara con una sonrisa- ¿Ya?
Ana: sí –le sonrío-.
Blas: -pone dos platos con tostadas y jamón en la mesa- son las 19:30hrs y no iba a hacer cena ya…
Ana: no te preocupes, esto esta genial.
Nos sentamos en la mesa y a penas hablamos, no sé por qué. Así que le pregunto.
Ana: Blas, una duda…
Blas: -me mira bebiendo un poco de zumo y deja el vaso en la mesa- ¿Dime?
Ana: estás… ¿Raro? Bueno, la situación es rara.
Blas: -me mira más detenidamente- ¿Por qué lo dices?
Ana: no lo sé, antes era distinto. Antes del accidento, quiero decir.
Blas: -me coge la mano que estaba encima de la mesa- no, amor. Es simplemente… ¿Lo dices por qué no he entrado al baño?
Ana: sí, antes hubieses entrado sin problema –le digo mientras pongo mi mano boca arriba y la entrelazo con la suya-.
Blas: no lo hice por ti. Me has reconoció hace apenas dos horas y no sé, me daba cosa.
Ana: que no te dé cosa, no pasa nada –le sonrío-.
Blas: que situación más…
Ana: incomoda –me empiezo a reír-.
Blas: sí, jajaja.
Ana: supongo que es normal, no lo sé.
Blas: quizá sí. ¿Vamos al hospital?
Ana: sí.

Nos levantamos de la mesa y en menos de dos minutos ya hemos recogido todo y cojo mi bolso, vamos al ascensor y una vez dentro observo a Blas. ¿Por qué es la única persona que me alegra tanto? Tiene un perfil perfecto, unas labios muy perfilados, sus ojos son pueden ser humanos, es tan precioso… me vienen a la cabeza recuerdos de la primera vez que yo me fui a Barcelona, lo mal que lo pasé yo y él. Lo miro durante unos segundos y lo abrazo. Noto su reacción extraña a lo que acababa de hacer pero me abraza igual, sin ninguna pega y sonriendo.

Blas: ¿Qué pasa? –me dice susurrando mientras acaricia mi espalda-.
Ana: no quiero que te separes de mí nunca.
Blas: no lo haré, créeme que no lo haré. Ya he vivido eso una vez y no pienso vivirla otra –me abraza más fuerte-.
Ana: te quiero.

*Narra Blas*

Esas palabras… “te quiero” no las escuchaba desde antes de que pasara todo. Me ha subido un escalofrío por todo el cuerpo, haciendo que sonría. Mi pequeña… “ya pasó todo, se acabo todo lo malo” repito una y otra vez en mi cabeza.

Blas: ya pasó todo lo malo, lo sabes ¿No?
Ana: -asiente con la cabeza-.

Se abren las puertas del ascensor y abrazándonos por la espalda nos dirigimos al coche y vamos para el hospital y me vienen todos los recuerdos que he pasado hace prácticamente 15 días aquí, en este mismo lugar. Y me viene a la mente la frase saliendo de sus cuerdas bocales mirándome atónita “¿Tú quién eres?”. Salgo de mis pensamientos y  llamo a Carlos para preguntarle en que sala de espera están y en cuanto lo sabemos vamos para allí.

*Narra Ana*

Llegamos a la sala de espera y vemos allí a Carlos y Marta. Nos acercamos.

Ana: ¿Han dicho algo? –digo en tono aturdido-.
Marta: sí. Esta todo bien y Álvaro está ahora con ella.
Ana: ¿No tiene nada grave?
Carlos: no, no. Sólo tiene que estar en observación 48 horas.
Marta: pero ¿No empiezas las clases pasado mañana?
Ana: sí, pero no sé, llamaré o algo.
Blas: si quieres yo te acompaño a Barcelona y me quedo hasta que Miriam esté bien, así empiezas a tiempo.
Ana: no, no te preocupes, me esperaré.

Viene Álvaro con un doctor. Lo miramos.

Álvaro: está bien –responde sonriendo a la obvia pregunta que le íbamos a preguntar-.
 Doctor: exacto. No tiene nada grave, únicamente el golpe. Se tendrá que quedar 48 horas aquí, en observación y depende como vaya, que suponemos que no pasará nada grave ni se complicará nada, le daremos el alta. Ahora, me gustaría que si esta Ana aquí me acompañe.
Ana: soy yo, ¿Qué pasa? –preguntó con algo de intriga y sorpresa-.
Álvaro: pidió verte.
Ana: ah sí, claro.
Doctor: pues acompáñeme. Después ustedes ya podrán ir a la habitación ¿Sí? Pero necesita un poco de descanso ahora.

Los demás asiente y caminos tras el hombre de unos 60 años, con el pelo canoso y una gafas de pasta. Nos paramos en la puerta de una habitación normal y corriente.

Doctor: Ana, sobre todo no grite y no se mueva mucho ¿Vale?
Ana: -asiento con la cabeza confirmando que no haré nada-.
Doctor: -abre la puerta sonriendo- adelante.

Entro a la habitación y ahí esta Miriam, aparentemente bien quitando que tiene una venda que le rodea toda la cabeza.
Me acerco a ella.

Ana: Miriam, mi niña ¿Cómo estás? –le digo cogiendo su mano-.
Miriam: sorprendida.
Me asombra su respuesta.
Ana: ¿Por qué?
Miriam: porque por primera vez yo estoy tumbada y tú ahí, de pie.
Es cierto, maldita Miriam. Empiezo a reír.
Ana: eres un caso.
Miriam: sí, hasta con la cabeza abierta.
Ana: tonta…
Miriam: gracias por sacarme de allí.
Ana: pero… ¿Qué haces dándome las gracias? ¿Cómo no te iba a sacar?
Miriam: no lo sé –dice mirando a la ventana-.
Ana: vaya cosas tienes.
Miriam: sí, a veces sí –ríe y me mira- ¿Qué ha pasado con Blas?
Ana: ya te contaré cuando estés mejor –sonrío-.
Miriam: no, ahora. Puedo escucharte, ¿eh?
Ana: ya, pero no sé. El médico me ha dicho que no te coma mucho la cabeza –río-.
Miriam: -se empieza a reír y para tocándose la cabeza- ay, dolor. No pasa nada porque me expliques eso, ya le pregunté si podías.
Ana: le recordé. Así sin más –digo encogiéndome de hombros-.
Miriam: pero ¿Dijo algo? ¿Hizo algo?
Ana: se presentó. Dijo “ah, encantado soy Blas” y me vinieron absolutamente todos los recuerdos y todos los momentos vividos con él a la cabeza, y pasaban rápido como si fuese una película a diez mil por hora. Y ya está. Fue raro.
Miriam: y tan raro… ¡Pero ya estáis bien!
Ana: sí –dije intentando sonreír-.
Miriam: pero tú, no del todo. ¿Qué más pasa?
Ana: no, nada. Yo estoy bien.
Miriam: mira, que este aquí con un golpe en la cabeza no significa que esté tonta de o se me haya olvidado cómo eres ¿Estamos? Así que cuenta ya todo lo que te pasa y ya está. ¿Es por la gran fama que han cogido en tan poco tiempo?
Ana: ¿Qué?
Miriam: nada. ¿Por qué es?
Ana: -dejo el tema de la fama, Blas tiene que explicarme todo esto- es que, no sé Miriam… tengo que volver a Barcelona en cuanto te pongas bien ¿Sabes?
Miriam: lo sé, pero no pasa nada. En cuanto termines volveremos y ya te podrás quedar aquí a vivir.
Ana: lo sé…

Entra la enfermera y me hace salir ya que se llevan a Miriam a hacerle un chequeo de no sé qué.
Me dirijo a la sala de espera cabizbaja, intentando buscar una razón a lo que había dicho Miriam y relacionado esto con lo que pasó en la estación antes de coger el tren para irme a Barcelona está tarde. Cuando llego faltan Marta y Carlos, están allí Blas y Álvaro.

Álvaro: ¿Qué te dijo? –dice mientras me sonríe y deja un hueco entre él y Blas para que me pueda sentar-.
Ana: -me siento y Blas pone una mano en mi rodilla- nada, sólo me preguntó cómo había sido que había reconocido a Blas y poco más.
Blas sonríe.
Álvaro: a mí también me lo preguntó, pero no sabía nada. Ni sé.
Ana: es una cosa muy rara –me río-.
Álvaro: supongo, perdón por engañarte pero obedecimos al médico. 
Ana: -sonrío- no te preocupes, ya está todo bien.
Blas: y menos mal.
Ana: -lo miro sonriendo y se me borra un poco la sonrisa- ¿Podemos salir a hablar?
Blas: sí.
Ana: -,miro a Álvaro- ¿Esperamos a que venga más gente para qué no te quedes sólo?
Álvaro: ams, no, no. No os preocupéis. Cualquier cosa yo os aviso por móvil.
Blas: vale.

Nos levantamos y sin decir palabra vamos a fuera del hospital y nos sentamos en un banco del parque que hay en frente.

Blas: ¿Qué pasa? –me dijo con una voz muy dulce-.
Ana: cuéntame todo, absolutamente todo, lo que ha pasado con Auryn.
Blas: -me mira y se queda callado unos segundos-.
Ana: -lo miro esperando una respuesta-.
Blas: a ver, Ana. Es… complicado.
Ana: soy todo oídos.
Blas: cuando… cuando te pasó eso nosotros ya sabíamos que íbamos a sacar un disco, eso era lo que te ocultaba. Entonces, después –
Ana: ¿Por qué me lo ocultabas?
Blas: tenía miedo.
Ana: ¿A qué? –yo también tenía miedo por ese tema, por la fama que podían llegar a tener y no pudiese ser todo como ahora pero nunca se lo había comentando porque sé que para él es su mayor sueño-.
Blas: a perderte. No es que supiese que llegaremos lejos, o no sé, que tendríamos una fama importante. De hecho, no tengo ni idea de qué pasará en un futuro. Pero en ese momento me entró pánico, por así decirlo. Si yo me hacía famoso, por muy lejano que sea la cosa y aparte Magí nos hablo de algo que no era una cosa pequeña pues pensé en cómo sería llevar una relación ¿Sabes? Y alomejor tú hubieses tenido miedo y hubieses preferido dejarlo.
Ana: -lo mire- Blas… yo también he tenido, y de hecho tengo miedo. Pero jamás te dejaría por algo así. Es tu sueño y adelante, yo estaré apoyándote, como una fan más , siempre. No por algo así te dejaría sabiendo que tú estás siendo feliz. La música te hace feliz por lo tanto yo feliz también.

Blas me miró analizando las últimas palabras que había soltado por mi boca.




El segundo!! Espero que os guste y me coménteis por Twitter o Ask (links arriba) que os a parecido!! Y si queréis que os avise por Twitter cada vez que suba únicamente pedirlo :) Un besote enormeeeeee! Mucho love♥

domingo, 27 de abril de 2014

Capítulo 1. (Segunda temporada)

Y entonces es cuando todo se para. Empiezan a pasar imágenes con mucha velocidad en mi mente, y ahora todo cobra sentido, ahora todo encaja. Ricote, su sonrisa, el porque me sonaba tanto. Es él, es mi Blas.

Yo le miro, le observo, mientras él me mira extrañado.

Blas: ¿Qué pasa? ¿Todo bien? El tren se te va a escapar.
Ana: te recuerdo. –digo con los ojos llenos de lágrimas-.
Blas: ¿Qué? –dice con los ojos muy abiertos, casi se salían de las orbitas-.
Ana: eres tú. Mi Blas. Al que más quiero, al que amo.
Blas: -me abraza fuerte-.
Su abrazo casi me deja sin respiración. Por fin lo había recordado. ¿Cómo pude olvidarme de él?¿Cómo pude no acordarme de la persona que más quiero? ... Bueno, quizá fue eso: es la persona que más quiero. ¿Qué hubiese sido de él si no vuelvo a recordarle? ¿Cómo lo habrá tenido que pasar? Tengo muchas preguntas rondando en mi mente mientras tengo mi cabeza hundida en su hombre y él me abraza fuerte.
Blas: -se separa de mí, con los ojos cristalinos y sin separar sus manos de mi cara mientras tiene un gran sonrisa- menos mal… menos mal amor.
Ana: -sonrío y le beso, me separo unos milímetros de él- ¿Cómo no pude recordarte? –y le vuelvo a besar-.
Blas: -me corresponde el beso mientras notaba su sonrisa- te amo, te amo, te amo –dice sin dejar de besarme-.
Ana: -me separo cogiéndole la cara- ¿Cómo estás?
Blas: mejor que nunca –dice esbozando una de sus mejores sonrisas-.
Ana: lo siento. De verdad lo siento.
Blas: -apoya su frente junto la mía- shhh, no te disculpes por nada. No es tu culpa ¿Vale?
Yo le abrazo fuerte, es una total escena de película. La gente pasa por nuestro lado indiferente, y entre tantas personas él y yo felices, amándonos. Sonriendo porque todo volvía a ser cómo antes.
De repente, y cómo suele pasar en los momentos más bonitos, escucho que alguien grita mi nombre.

X: ¡Anaaaaaa! –alarga la “A” y de repente se calla-.
Yo me separo de Blas y miro a Miriam, quién nos observa totalmente sorprendida.
Ana: -la miro-.
Miriam: ¿Sí? ¿¡Lo recordaste!?
Ana: -sonrío y asiento con la cabeza-.
Miriam: ¡Por fin! ¡Por fiiiin!
Blas: -sonríe-.
Escuchamos por los altavoces que nuestro AVE a Barcelona va a salir en menos de cinco minutos, que los pasajeros vayan subiendo al tren. ¡Dios! ¡Es verdad! Tengo que volver… tengo que irme ahora. Cuando le he recordado… Miro a Blas.
Miriam: Ana, te espero dentro.
Ana: -asiento con la cabeza-.
Miriam le da un abrazo a Blas y entra al vagón.
Blas: las cosas son así –dice sabiendo que lo último que quería ahora mismo era montarme en ese tren-.
Ana: -se me llenan los ojos de lágrimas- no puedo subir.
Blas: ¿Cómo que no? Pasado mañana empiezas las clases, Ana. Sube, yo iré a verte, iré a verte en cuanto pueda, no te preocupes.
Ana: no, ahora no puedo subir ahí.
Blas: -me coge la cara entre las manos- sube. La semana que viene iré a verte. Te lo prometo.
De repente se acercan cuatro chicas a Blas.

Chica 1: ¡Blas! ¡Blas!
Yo las miro.
Blas: -las mira-.
Chica 2: ¿Nos podemos sacar una foto contigo?
¿¡Qué!? ¿Una foto? ¿Qué me he perdido? Eran famosos pero no llegaban a este nivel.
Blas: rápido ¿Vale? Que tengo prisa –le dice sonriendo-.
Chica 3: ¿Nos puedes sacar la foto porfavor? – me dice con la cámara extendida para que la coja-.
Ana: -la miro, miro a Blas y la vuelvo a mirar a ella. Cojo la cámara- sí, claro –digo sin entender nada-.
Les saco la foto y ellas se van. Miro a Blas sin entender que había pasado, o que estaba pasando.
Blas: es largo de explicar, amor.
Ana: ¿Ya tenéis más fama?
Blas: … sí. –dijo después de unos segundos callados-.
Ana: -sonrío-.
Blas: sube al tren.
Ana: no.
Blas: porfavor, hazlo. Yo iré a verte en nada.
Ana: pero ahora… ahora que todo esta bien...
Blas: Ana, sabes que la vida es así.
Ana: una puta mierda, sí.
Blas me abraza fuerte, demasiado diría yo. Y se separa de mí. Es verdad, las cosas tienen que ser así. Tengo que marcharme.
Ana: te quiero –le digo mientras me acerco a darle un beso-.
Blas: yo más, créeme –dice mientras me suelta para que entre al tren-.

Me separo de él con dificultad, parecíamos dos imanes agarrados fuertemente. Entro al vagón y me voy a sentar con Miriam, me pongo al lado de la ventana en la que él esta.
Pone una mano en el cristal y yo hago lo mismo desde mi asiento. Leo en sus labios un “Te amo” y mientras se me llenan los ojos de lágrimas el tren se pone en marcha y le pierdo de vista, a él. A mi niño. A mi Blas.

Miriam: Ana, no estés mal. Alégrate de que le has recordado. Hubiese sido peor que no lo hubieses hecho, o lo hubieses hecho en Barcelona por cualquier motivo. En cambio lo has hecho delante suyo, se lo has podido decir y te has podido despedir. Mira el lado bueno, mi niña –me abraza-.
Ana: -le correspondo el abrazo- yo tuve la culpa de toda esta mierda, joder. Lo podía haber recordado a él desde el principio y todo hubiese estado bien ¿Sabes? Él no hubiese sufrido. No quiero imaginarme como lo tuvo que pasar, joder.
Miriam: hey, ¿Dónde está mi Ana? Las cosas pasaron así y ya está. No hay que echarse las culpas por algo que pasó así porque así tenía que suceder y además no es tu culpa.

No llevamos más de cinco minutos en el tren cuando este se sacude y se para. No entiendo nada. A alguien se le ha ocurrido decir que hay una bomba, se ha formado el caos mayor. Todo el mundo corriendo, intentando salir veinte por la misma puerta, veo a un hombre rompiendo una ventana y saltando. Entre tanta gente he perdido a Miriaim. ¿Y si es verdad que esto vuela por los aires?
Me subo a un asiento y empiezo a buscarla con la mirada, no la encuentro. Salgo del vagón sabiendo que lo más coherente era que ella hubiese salido. Una vez fuera vi que no se trataba de una bomba, si no de un descarrilamiento. Empiezo a buscar de nuevo, noto que me sangra la nariz porque me han pegado un codazo, la veo a lo lejos y voy corriendo hacía ella, tiene la cara ensangrentada.

Ana: ¡Miriam!
Miriam me mira y viene hacía a mí.
Ana: ¿Qué te ha pasado? –le digo mientras me saco mi camiseta, quedando en sostén pero era necesario tapar esa herida, y se la pongo en la herida que tiene en la ceja-.
Miriam: ¿Qué haces? Tía, me duele mucho la cabeza. Me han empujado y me he caído dándome un golpe con el hierro de la puerta –me dice con la voz temblorosa-.
Ana: vamos a ver si ya han llamado a alguna ambulancia.
Su herida no paraba de sangrar, mi camiseta se había vuelto roja y mi sostén blanco y la parte de debajo del cuello más de lo mismo.
Miriam: me estoy mareando.
Ana: que no, que no te estás mareando.
La estación estaba prácticamente a treinta metros, empezamos a caminar hacía esta como hacía más gente. Sabía que debía ayudar a más gente pero primero iba Miriam, que no estaba nada bien. Cuando llegamos Miriam se cayó desplomada al suelo pero ya vinieron médicos y demás. Mi móvil empezó a sonar, era mi prima.

*conexión telefónica*

Marta: ¿¡Ana!?
Ana: Marta venid a la estación ya, porfavor.
Marta: ya estamos yendo, ¿Estáis bien?
Ana: Miriam no, venid ya.
Marta: joder, estamos a diez minutos.

*fin de conexión telefónica*

Habían improvisado un mini hospital allí en menos de diez minutos. La llevaron a una camilla y ahí empezaron a curarla. Estaba sentada con mi camiseta en las manos llena de sangra y una toalla que me habían dejado para ponerme por encima. Quería ir a ayudar al tren pero no me dejaban, bueno ni a mí ni a nadie que estuviese herido. Vuelve a sonar mi móvil y era mi prima preguntándome donde estaba, yo les dije que se esperaran que iba yo a por ellos. Colgué y miré a Miriam mientras la curaban. Salí corriendo buscando a mi prima hasta que vi a Carlos, corrí hacía ellos.

Ana: ¡Marta!
Marta vino corriendo hacía a mí con Carlos, Álvaro y Blas.
Ana: está allí.
Blas: pero amor, ¡Vas toda ensangrentada! ¿Toda esa sangre es tuya? –pregunta preocupado mirando la camiseta-.
Ana: no, no. Es de Miriam.
Álvaro: ¿¡Dónde está!? –dice casi gritando-.
Ana: allí, allí, vamos.
Me dirigí con los chicos detrás de mí hasta dónde estaba Miriam, que por suerte seguía ahí y no se la había llevado al hospital aún. Ya no tenía ni una manchita de sangre, seguía desmayada con una enfermera voluntaria que la cuidaba a la que mirábamos todos ansiosos para que nos dijera su estado.

Enfermera: ¿Son familiares de Miriam?
Álvaro: ¡Sí!
Marta: ¿Cómo está?
Enfermera: a ver, la tenemos que llevar al hospital para dejarla en observación pero realmente fue el simple golpe y la sangre, no fue tanto. Sigue desmayada pero es normal.

Las palabras de esta chicas me han hecho calmarme. Estaba muy asustada por lo que ha pasado pero saber que Miriam se pondrá bien y que en realidad no es tanto me calma un poco.
“32 muertos y 45 heridos” escucho de fondo y me giro al momento  a ver quien lo decía: unos médicos. Madre mía. Ni si quiera estoy siendo consciente de que Blas me está abrazando por la espalda. Me giro y le abrazo. Él se llevaba una chaqueta finita de chándal en la mano y me la puso por encima y me saco la toalla.

Blas: ya está, ya ha pasado –susurra-.
Ana: yo podía haber estado ahí… yo podía haber sido una de esas 32 personas y no poder ver –se me cortan las palabras a lo que iba a decir-.
Blas: -me abraza más fuerte- shhh, no pienses eso. Estas bien, me verás siempre, y Miriam está bien ¿Vale? No pienses más –y me da un beso suave en la cabeza-.

Después de un rato llevan a Miriam al hospital y Álvaro la acompaña en la ambulancia, aunque ella aún no se ha despertado. Vamos a preguntar por las maletas y nos dicen que ya habían sacado unas cuantas, las de los vagones que apenas habían sido afectados, así que cómo el nuestro había sido uno de los menos nos acercamos a ver si estaban nuestras maletas. Buscamos en las del cagón 10, ahí íbamos nosotras. De mientras muchas melodías de móviles distintas no paraban de sonar en las maletas: familiares llamando a sus seres queridos para saber si seguían vivos. Se me revuelve todo el estómago y cogemos rápido nuestras maletas que están aquí ya y vamos a por el coche de Carlos.
Nos dejan a Blas  y a mí en su casa para que me pueda ducharme y Carlos y Marta van al hospital para el hospital.
Bajamos las maletas del coche y Blas lleva la mía y yo la de Miriam. Subimos a su piso.

Ana: Blas te he manchado toda la chaqueta de sangre… -digo con la chaqueta en la mano-.
Blas: no te preocupes, no pasada nada –dice acercándose a mí y cogiendo la chaqueta-.
Ana: te la lavo, dame.
Blas: no te preocupes, de verdad. Ves a ducharte.
Ana: lo siento, siento todo lo que ha pasado estas últimas semanas –y rompo a llorar, era la única manera de desahogarme-.
Blas: Ana. Ana, mírame –me coge del mentón y hace que lo mire- no te disculpes, te lo dije antes en la estación. No tienes ni que sentir nada, ni arrepentirte, ni disculparte ni sentirte culpable ni nada.
Ana: pero todo podía haber sido tan distinto…
Blas: pero las cosas pasan así porque tienen que pasar y ya esta ¿Vale?
Ana: encima me fui cabreada contigo… Esque no pude hacerlo peor, Blas. Entiéndelo, lo hice mal.
Blas: cállate Ana. Para decir idioteces no hables. No hiciste nada mal, te oculté algo que creía que sería mejor así y no lo fue, estabas en tu derecho de cabrearte porque quizá no lo viste desde el mismo punto de vista que yo, porque obviamente no lo vemos igual y no por eso tienes que culparte. Luego pasó lo que pasó.. Y sí, para que engañarnos, si te digo que no lo pasé mal te miento, pero era normal ¿No? Lo extraño hubiese sido que me diese igual.

Cada palabra que decía la analizaba de la mejor forma que podía en ese momento de cacao mental. Tenía razón, y esque otra vez me demostraba que era él el único que me alegraba los días.





¡Hoooola! :D Ya empieza la segunda temporada, he tardado tanto porque en los últimos capítulos de la anterior había gente que me decía que había perdido ese "gusto" al leerla y quería refrescarme la mente, inspirarme bien y plantearme bien la segunda temporada para que volváis (los que se quedaban así) a que cuando leáis no os quedéis con mal sabor de boca. No dudéis en comentarme que tal el primer capítulo por Twitter, Ask.. Dónde sea :) al fin y al cabo los comentarios son los que me hacen tirarme para un lado o para otroa al momento de escribir (no es lo mismo que notes que no te lee ni Dios a que te comenten y sí jaja ¡También subiré la novela entera a Wattpad y pondré el link en el segundo capítulo (que lo seguiré subiendo los Martes) por si a alguien le va mejor leer por ahí. Dicho este parrafote, cuidaaaaros♥

jueves, 20 de marzo de 2014

Capitulo 30

Carlos: ¿Por eso mismo? –me pregunta sin entender-.
Ana: porque como le amo no quiero que deje esta  oportunidad.
Carlos: -suspira- no sé, Ana. Deberías pensarlo bien… no te arrepientas después como él.

Creo que no soy consciente de lo que quiero hacer, pero sólo estoy mirando por él. Nadie me va a entender pero… es esto y ya está.

Me despierto. ¿Qué pasa? ¿Qué hago aquí? ¿Qué he soñado? Era el chico ese y los demás, eran mi prima, Miriam, los chicos… y el chico que no sé quién es. Si ya estaba todo bien, reconocí a todos, bueno menos a ese chico y el doctor Tomás me dijo que me daría el alta y sigo aquí. En la habitación de un hospital.
Entra mi prima con Carlos por la puerta.

Marta: ¡Hola Ana! Que susto nos has vuelto a dar, cariño.
Ana: ¿Qué pasó? No entiendo nada.
Carlos: estabas hablando con Blas y –
Ana: ¿Qué Blas?
Carlos y Marta se miran mutuamente.
Marta: pues… Blas. Si lo has reconocido antes.
Ana: no sé quién es.
Marta: iré a avisar al doctor…
Carlos: yo… yo me quedo aquí –dice tocándose la cabeza preocupado-.
Marta sale de la habitación y Carlos se queda conmigo.
Ana: ¿Qué ha pasado?
Carlos: no lo sé, Ana.
Ana: sí, sí lo sabes.
Carlos: esperemos a que venga el doctor ¿Vale?
Ana: -suspiro- me iban a dar el alta, Carlos.

Entra el doctor con Marta por la puerta.

Tomás: -se acerca deprisa a mí- Ana… ¿Cómo estás?
Ana: ¡Mal! No entiendo nada. ¿Qué pasa?
Tomás: a ver… estabas haciendo el ejercicio de reconocer a tus familiares, era el último, te costó un poco más y de repente te desmayaste y no has despertado hasta hoy.
Ana: ¿Cuánto tiempo llevo así?
Tomás: tres días… ¿Qué no recuerdas?
Ana: lo mismo de siempre. Al chico.
Tomás: -toma apuntes mientras yo le hablo- muy bien, ahora vendrá una persona y me tendrás que decir si la reconoces.
Ana: vale.
Tomás: Marta, Carlos porfavor salir de la habitación.
Ellos dos salen y el doctor sigue apuntando en su cuadernito.
Tomás: ¿Qué recuerdas?
Ana: el momento en el que Dani, David y Álvaro entraron.
Tomás: ¿No más?
Ana: no. No sé si será de importancia pero he ¿Soñado? Con todos ellos y el chico al que tengo su imagen y ya está.
Tomás: ¿Soñaste con todos?
Ana: sí.
Tomás: ¿Qué clase de sueño tuviste? ¿Lo recuerdas?
Ana: no… no recuerdo absolutamente nada.
Tomás: muy bien… -no deja de apuntar en su cuaderno-

Y salen de la habitación “necesita descansar”, cómo si no hubiese descansado ya durante 3 días me digo a mi misma y vuelvo a mirar y a repasar cada objeto de la habitación.

*Narra Blas*

Veo llegar a Marta, Carlos y al doctor con una cara que no me gusta nada. Salí a llamar a mi madre hace tres días, a decirle que todo estaba bien que ella me había reconocido y después el doctor salió al rato y nos dijo que Ana se desmayó pero… ¿Qué pasó ahora? Vienen a toda prisa pero para mí, cada paso que dan es eterno. Y cuando finalmente llegan Marta se sienta a mi lado. La miro.

Blas: Marta ¿Qué pasa?
Marta: -señala al doctor haciendo un leve movimiento de cabeza-.
Miro al doctor.
Tomás: todo lo que esta pasando es muy raro, le reconoció y ahora de repente no sabe quién es Blas.
Blas: ¿Qué? –se me para el corazón, se me forma un nudo en el estomago, se me pone la cara pálida ¿Qué más?-.
Tomás: dice que no sabes quién es. Que recuerda hasta el punto en el que Dani, David y Álvaro salieron de la habitación. Pero el punto que más me extraña es que no recuerda a su familia tampoco.
Blas: ¿Ni a mi madre?
Tomás: no, nada que tenga que ver con usted a parte de el resto –mira a todos los que están conmigo-.

Veo como el mundo se me cae en picado otra vez, todo absolutamente todo se esta derrumbando a mi alrededor. ¿Qué se supone que tengo que hacer yo ahora?

Tomás: le pediría que viniese conmigo para que lo vuelva a ver.
Blas: claro. –digo desganado mientras me levanto de la silla con los ojos brillantes y llenos de lagrimas-.
Tomás se pone a caminar y yo detrás de él. Pero alguien me coge del brazo y me giro, es Álvaro.
Álvaro: hey, todo va a estar bien ¿Vale?
Blas: -me encojo de hombros y no digo nada más-.
Álvaro: vamos, Blas. Lo sabes.
Yo ya no sé que sé, miro a Álvaro y sigo al doctor sin decir palabra. No me apetece soltar ni si quiera una nota musical.  Llegamos a la puerta de la habitación.

Tomás: Blas, lo mismo de hace tres días ¿Vale? No recuerda nada de ti.
Blas: -asiento con la cabeza-.
Tomás: no hagas que recuerde nada.
Blas: no –digo mientras niego lentamente con la cabeza-.
Tomás: son momentos difíciles, lo sé. Ofrecemos atención psicológica para caso así, si quieres…
Blas: no la necesito, gracias…
Tomás: -coge la maneta de la puerta- todo tuyo. Cuidado. Puedes hablar pero no decir en ningún momento quién eres –abre la puerta-.

Entro y la vuelvo a ver ahí, sentada. Mi Ana. Me mira.

*narra Ana*

Estoy sentada en la cama cuando veo que la puerta se abre, levanto la mirada y la clavo en la persona que está entrando y dirigiéndose a mí. Es él, la persona que no sale de mi mente pero… sigo sin saber quien es. Es un momento que me supera, estoy desesperada por saber quien es, como se llama, qué es de mí. Se queda a unos dos pasos más de mí.

Ana: ¿Quién eres? Dímelo, porfavor.
Chico: no puedo –me dice sonriendo-.
Ana: pero… ¿Por qué? Reconozco a todo el mundo y a ti… no. ¿Por qué? ¿Cuál es tu nombre? ¿Te conozco?
Chico: no puedo decirte nada, créeme que lo haría.
Ana: pero…
Chico: -niega con la cabeza- tengo que salir.
Ana: porfavor –le pido desesperadamente que me diga quién es-.
Él sonríe una vez más y sale de la habitación. Perfecto, aquí sigo. Mirando la habitación blanca sin lograr recordar quién es ese chico, poniendo todo mi empeño sin conseguir resultado.

*narra Blas*

Salgo de la habitación sonriendo pero en cuanto cruzo el marco de la puerta se esfuma la sonrisa. Y esta Tomás que quiere hablar conmigo.

Tomás: ¿Te reconoció?
Blas: no.
Tomás: le hicimos unas pruebas y nos hemos reunido los médicos que llevamos el caso de Ana y hemos decidido, que lo mejor será hacer que no le conoce de nada.
Blas:  ¿Cómo? No, no puede hacer eso. Ella logrará reconocerme algún día –digo desesperado-.
Tomás: no he dicho que no vaya a hacerlo. Tranquilízate. Lo hará pero no sabemos el tiempo que pasará.
Blas: pero… -me quedo callado un momento y pienso en la propuesta- ¿Es mejor para ella decirle que no me conoce?
Tomás: totalmente.
Blas: díganselo. Si es mejor para ella… háganlo.
Tomás: ¿Seguro? Usted es quién esta implicado y decide.
Blas: si es mejor para ella, decírselo.
Tomás: muy bien. ¿Le acompaño a la sala de espera?
Blas: no… no hace falta.

Y creo que con la cara más pálida no he estado nunca. Llego a la sala de espera y explico lo que van a hacer.

Miriam: ¿Y así? ¿Tal cual?
Blas: sí.
Dani: ¿Cómo les has dejado?
Blas: porque es lo mejor para ella.
Marta: pero se olvidará de ti, Blas.
Carlos: ¿Sabes que te digo? Que muy bien. Los médicos han decido que eso sería mejor para ella y tú, a pesar de los contras, has aceptado.
Álvaro: cierto.
Carlos: y ya verás cómo te recordará. Quizá pase un tiempo largo pero lo hará.

*narra Ana*
Después de un rato vuelve a entrar Tomás.

Tomás: ¿No supiste quién era?
Ana: no.
Tomás: ¿Sabes? La verdad es que no le conoces de nada, Ana.
Ana: ¿Cómo que no? Si me desperté con su imagen en la cabeza, soñé con él…
Tomás: a veces pasa cuando se tienen estos accidentes, pero no sabes quién es. Nunca lo has visto antes.
Ana: ¿Entonces por qué vino a que le reconociera?
Tomás: una prueba más.
Me siento decepcionada. Creí que él era algo de mí, creí que se trataba de algún sentimiento más…
Tomás: te haremos una prueba más, deberás venir cada dos días a que te hagamos pruebas ¿Sí?  Y sé que cuando termine el verano, de aquí dos semanas tendrás que volver a Barcelona, allí tendrás que hacer lo mismo.
Ana: vale.
Tomás: ¿Quieres que entre alguien?
Ana: no, no… Prefiero estar sola.

Tomás sale de la sala y yo me quedo ahí. Ese tal Blas… yo juraría que le conozco.
Pasan dos días más y ya estoy volviendo a casa, tengo que ir cada dos días al hospital a hacerme una prueba. No tenía suficiente con mi enfermedad que ahora estoy medio tonta.
Cuando llego a casa quiero salir, he estado demasiado tiempo encerrada y no quiero estarlo más, así que Marta, Miriam, Carlos y yo nos vamos por ahí a dar una vuelta.
Los días pasan y no he vuelto a ver a aquel tal Blas. Ni he escuchado hablar de él, pero su imagen sigue en mi mente, intacta.
Llega el día en el que debemos coger el tren Miriam y yo para volver a Barcelona. Ayer por la noche hicimos una fiesta por la noche en la que no apareció el chico tampoco. Sé que es amigo de ellos, me di un golpe en la cabeza pero no soy gilipollas.
Estamos en casa con todos, despidiéndonos una vez más de los chicos.

*Narra Blas*

No puedo ver a Ana, me revienta demasiado y hoy se va. ¿Qué hago? ¿Por qué acepté la petición de que no supiese quien era? Soy imbécil… voy a ir a verla, me da igual, necesito verla y decirle adiós. No sé como lo haré, que le diré pero me voy a casa de Marta ya.

Cojo las llaves del coche y corro hasta este, voy tan rápido como puedo hasta su casa, son las 16:45hrs y Carlos me dijo que se iba a las 17:30hrs para la estación, miro impaciente el móvil, donde aun estamos ella y yo como fondo de pantalla, el trafico, el reloj. Me planto en el portal sin darme cuenta, dejo el coche en segunda fila, no pienso más que en verla. Aprovechano que un vecino sale del portal entro yo, y subo hasta el último piso por las escaleras, corriendo, por no esperar al ascensor. Y en menos de un minuto estoy delante de la puerta. Toco al timbre. Me abre Marta.

Marta: ¿Qué haces aquí Blas?
Blas: necesito verla antes de que se vaya, porfavor. –le ruego-.
Marta: pero el doctor dijo que no se podía…
Blas: nunca dijo nada de no verla, dijo que no era bueno que ella supiese que me conocía de antes.
Marta me mira, y esque es verdad, el doctor Tomás nunca dijo que no nos pudiésemos ver, simplemente hacer ver que no nos conocíamos.
Blas: entraré como un amigo tuyo, y me presentaré, no le diré que la conozco, de verdad Marta, de verdad. Créeme.
Marta me mira por unos segundos sin decir nada y sabe que estoy desesperado por verla.
Marta: vale. Pasa.
Blas: gracias, gracias.

Entro al piso. Y a medida que paso el pequeño pasillo me voy poniendo más nervioso, no la volveré a ver, no sabe quien soy, no sabe que existo, no sabe nada de mí, ni de nosotros. Y llego al salón, todos se giran a verme y por último ella. Clavo mi mirada en la suya y le sonrío, ella me mira como si hubiese visto un fantasma pero sonríe, se me llenan los ojos de lágrimas.

Marta: ha venido a visitarme, no sabía que estabais aquí.
Álvaro: ¡Hombre, Blas! Cuanto tiempo ¿No?
Carlos: eso, que no das señales de vida.
Y veo que están siguiendo el rollo.
Blas: pues sí, he estado algo ocupado. Me fui a mi pueblo unos días –me invento cualquier cosa porque ya no sé que decir-.

*Narra Ana*

Y pican a la puerta, Marta a abrir y después de un rato entra ella y detrás… detrás el chico que tengo en la mente, el que no se va, el que permanece. Creo que lo miro como si fuese un fantasma pero él me sonríe y yo hago lo mismo. Álvaro y Carlos hablan como si fuese un desaparecido en combate y él responde que estuvo en su pueblo, así que, como nadie hace el gesto de presentarnos me meto en la conversación, quiero saber quien es.

Ana: ¿De qué pueblo eres?
Blas: de Ricote.
He estado ahí. Ricote, me suena mucho ese nombre y estoy segura que he estado ahí. No sé cuando, ni cómo llegue, ni con quien pero he estado.
Ana: ¿Ah sí? Yo creo que he estado ahí.
Miriam: ¿Cuándo Ana?
Ana: no lo sé…
Miriam: ¿Estás segura?
Ana: sí.
Marta: bueno Ana, hay que irse ya… perderéis el tren si no.
Ana: claro…
Blas: voy un momento al baño.

Me despido de los chicos llorando, estoy triste por tener que irme de aquí, no quiero. Pero este año ya terminaré mis estudios allí y podré venirme aquí a continuar estudiando y estar con la gente que me quiere, mi gente. Álvaro se despide de Miriam mientras ella llorar como si no hubiese un mañana, pobrecita… y yo me despido de los demás entre risas y llantos, nos van a acompañar al aeropuerto Carlos, David y Álvaro , así que van bajando, Dani a con ellos después de darme una abrazo que casi me corta la respiración, Miriam y Álvaro bajan también y nos quedamos mi prima y yo en casa.
Tengo que hacer algo antes de que todo esto aquí termine, tengo que aclarar una última cosa.

Ana: Marta, es bajando cierro yo.
Marta: ¿Sí?
Ana: sí, sí. Tranquila.

Marta se va, y son tontos porque acaban de dejar aquí al chico ¿Nadie se acuerda de él? Si que ha estado desaparecido…
Me acerco al baño y toco la puerta.

Ana: -pego dos toquecitos en la puerta y no sé como llamarle- em… chico… nos tenemos que ir… todos se fueron ya.
Él abre la puerta y veo lágrimas en sus ojos. ¿Qué pasa?
Ana: ¿Todo bien? –le pregunto-.
Chico: -sonríe- sí, sí.
Ana: encantada, soy la prima de Marta. –sonrío-.
Chico: yo soy amigo de los chicos.
Ana: -sonrío- ¿Sabes? Nadie quiso decirme tu nombre, ni quién eras. Me dijeron que no nos conocíamos.
Me mira sin decir palabra y yo continuo mi frase.
Ana: pero sé que sí. Eres algo mío, eres parte de mí. Me desperté con tu imagen en la mente y sigue ahí, supongo que, una de dos: o de verdad no te conozco o todo esto es cosa de que mi mente siga bien y recuerde cuando tenga que recordar. De todas formas, intentaré recordar quién eres y que eres de mí, me di un golpe en la cabeza que, bueno sí, me dejó algo tonta, pero no lo soy y en cuanto recuerde quién eres… te lo diré. –sonrío-.
Chico: -tiene expresión triste pero me sonríe-.
Ana: ¿Por qué llorabas?
Chico: -se encoge de hombros-  ¿Sabes cuando quieres mucho a una persona y ella ni si quiera sabe que existes? ¿O quién eres? O no se acuerda de ti… eso me pasa.
Ana: pues esa persona debería mirárselo ¿Eh? Porque quién no querría estar contigo –le sonrío intentando animarle-.
Chico: -suelta una pequeña risa- espero que se dé cuenta pronto.
Ana: seguro –sonrío- tengo que irme a Barcelona, vivo allí…
Chico: claro –sonríe- espero que nos volvamos a ver pronto.
Ana: estoy segura de ello.

Bajamos juntos por la escalera, él muy amble se ha ofrecido a llevarme las maletas. En el portal, los chicos estaban a unos veinte metros esperando al lado de los coches.

Ana: bueno, nos vemos.
Chico: bueno viaje –me dice en un tono triste pero sonríe-.

Que sonrisa más perfecta, que labios tan perfilados. Yo le conozco.
Nos ponemos caminos al aeropuerto y al final sólo pueden venir con nosotras Marta y Carlos así que a los demás ya no los veré hasta… ¿Navidad?, espero que sea antes.
Estamos en Atocha despidiéndonos de Carlos y Marta.

Carlos: ay mi loquis –me abraza- hacemos Skype ¿Eh? Cómo la otra vez, porfavor.
Ana: claro, cielo –le abrazo fuerte- gracias por estar siempre ahí.
Carlos: gracias a ti cariño, te quiero muchísimo –se separa de mí-.
Ana: ay, ya esta va, no quiero llorar –le digo mientras se me cae una lagrima y él me sonríe con los ojos llenos de estas-.
Ana: Marta cielo, -la abrazo- nos llamamos, hablamos por whatsapp, por Skype… ya sabes.
Marta: sí, amor, cómo siempre.
La abrazo un rato más y después Miriam y yo entramos al AVE.
Carlos y Marta ya se han ido, y el AVE se retrasa un rato, veo a… al chico ese amigo de los chicos, que sigue su imagen en mi mente y no paro de intentar recordar quién es. Salgo corriendo del AVE y me acerco a él.

Ana: ¡HEY! –le grito-.
Chico: -me mira- ¡Hola! –sonríe-.
Ana: ¿Qué haces aquí?
Chico: vine a despedir a una amiga.
Ana: ¡Oh! Bueno… no me presenté antes y aunque me vaya en nada tengo que hacerlo –sonrío- me llamo Ana.
Chico: -sonríe- encantado una vez más. Yo soy Blas.

Y entonces es cuando todo se para. Empiezan a pasar imágenes con mucha velocidad en mi mente, y ahora todo cobra sentido, ahora todo encaja. Ricote, su sonrisa, el porque me sonaba tanto. Es él, es mi Blas.



¡Aquí el último capítulo! Espero que os haya gustado. El capítulo anterior lo hice estando mal, sin inspiración y por eso salió así. Lo siento, espero que el último os guste. Y bueno, este sí que os pido porfavor que me lo comentéis, que os ha parecido la novela en sí, ya  sea por Twitter, Ask, Whatsapp... La segunda parte la subiré en este mismo blog y os avisaré por Twitter, supongo que tardare unas dos semanas o tres en subir el primer capítulo. ¡Un besote enorme a todas y otra vez miles de gracias por haber seguido la novela! Nos leemos en nada, os quierooo♥