martes, 25 de febrero de 2014

Capitulo 28

Después de un ratito ellos se van. Los recuerdo. A todos. Después de un rato a solas entra alguien a mi habitación y es él. El que esta en mi mente. El mismo. Y se acerca a mí… ¿Quién es?

Chico: -se acerca a mí y no dice nada-.
Ana: -lo miro- ¿Quién… quién eres?
Chico: -sonríe con los ojos llenos de lagrimas-.
Ana: ¿Te conozco?
Chico: tengo que irme.
Ana: no. No te vayas. Sé que te conozco.
Chico: -se me queda mirando-.
Ana: ¿Me puedes decir tu nombre?
Entra el doctor y le dice algo al oído y el chico sale de la habitación. Veo como se da la vuelta y me sonríe y yo le sonrío. Entran dos chicos más, son David, Dani y Álvaro. Se acercan a mí.
Dani: -sonríe-.
Ana: hola –sonrío-.
Dani: ¿Cómo estás?
Ana: bueno… me duelen las costillas.
David: -sonríe- pero eso no es nada, ya.
Ana: no ¿verdad?
David: ¡Claro que no!
Ana: sé que no me podéis decir nada, he escuchado al doctor pero… ¿Quién es la persona que entró antes de vosotros?
Ellos se miran y me miran de nuevo.
Álvaro: ¿Lo recuerdas?
Ana: no. Sólo recuerdo su imagen.
Dani: ¿No sabes quién es?
Ana: no…
David: ¿Y qué tal lleva el pie?
Ana: -veo que no pueden decir nada y dejo de insistir- bueno… me duele un poquito.

Después de unos minutos hablando con ellos, no sé bien cuantos, se van y el doctor me dice que descanse. ¿Descansar? Estoy harta de descansar.
“¿Quién es ese chico?” no paro de repetirme eso en la cabeza. ¿Por qué tenía su imagen? ¿Por qué no me dicen su nombre?
Intento levantarme de la cama pero veo que es imposible porque el dolor de las costillas es horroroso.

*Narra Blas*

Salgo de la habitación donde esta Ana. No me recuerda. Era a todo lo que tenía miedo, era todo lo que temía. Llego a la sala y me siento sin decir palabra a nadie. Marta, Miriam y Carlos se acercan sonrientes a mí.

Marta: ¿Qué tal? ¿Cómo ha ido?
Blas: no se acuerda de mí.
Carlos: ¿Qué? –veo como se le abren los ojos como platos-.
Miriam: no puede ser.
Blas: me ha dicho que sabía quien era pero que no sabía nada más.
Marta: a mí, me pregunto quién eras y te describió.
Entran Álvaro, Dani y David a la sala y se acercan sonrientes a mí y cuando ven el panorama se les quita la sonrisa.
Álvaro: ¿Qué pasa? –dice mirándome con… ¿Pánico? Él sabe que algo no va bien-.
Carlos: no le reconoce.
David: ¿Qué?
Blas: ¿A vosotros también?
Dani: sí…
Blas: -noto como los ojos se me llenan de lagrimas- voy al baño.

Me levanto y casi corro hacía los baños. Me miro en el espejo, noto mi cansancio. Cualquiera puede notar mi cansancio a leguas. Me echo agua por la cara y la nuca, ¿Por qué a mí no? ¿Por qué? Me echo a llorar cual niño pequeño. ¿Qué mierda pasa? no entiendo nada. Tengo rabia, frustración. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Vivir sabiendo que la amo y ella ni si quiera se acuerda de mí? Entra alguien al baño y yo me meto en un baño, no quiero que nadie me vea así.

Chico: ¿Blas?
Es Álvaro. Quiero que se vaya. No quiero hablar con nadie. Sé que mi comportamiento no puede ser más de niño pequeño pero… lo siento así. No puedo con esto, me supera.
Álvaro: Blas, va. Que sé que estas aquí. No seas así.
Blas: -salgo del baño ¿Qué coño estoy haciendo? Parezco idiota-.
Álvaro: -viene a abrazarme- todo se va a arreglar, hermano. Ella se va a acordar de ti, no te preocupes.
Blas: ¿Por qué? ¿Por qué pasa esto? ¿Nunca pueden ir bien las cosas?
Álvaro: -se separa de mí y sin soltarme de los hombros me pega un pequeño puñetazo- hey, esta vida ¿Me oyes? Eso hubiese sido lo malo. Que ahora estuvieses enterrando a Ana y no viéndola. El problema sería que todos estuviésemos llorando su perdida para siempre.
Blas: -sus palabras son duras pero me hacen reflexionar durante unos minutos, es verdad. Sigue viva… sigue viva. No digo nada-.
Álvaro: -se da cuenta que sus palabras han sido demasiado brutas- no quería decírtelo así… Pero tienes que mirarlo así.
Blas: no… si no te preocupes –me encojo de hombros- llevas razón.

Volvemos a la sala de espera. Y llamo a mi madre.

*conexión telefónica*

María Jesus: ¡Hola mi chiqui!
Blas: hola mamá… -digo con la voz temblando-.
María Jesus: ¿Qué pasa mi amor?
Blas: Ana… ayer la atropellaron.
María Jesus: ¿Qué dices? ¿Cómo esta? –dice preocupada-.
Blas: ha despertado hoy… hace un rato…
María Jesus: pues entonces bien ¿No? ¿Por qué estas mal?
Blas: porque no me recuerda mamá. No sabe quién soy.
María Jesus: ¿Qué me dices chiqui?
Blas: del golpe que se dio en la cabeza no me recuerda… a los demás sí.
María Jesus: debes estar de broma.
Blas: no. Tú sabes que no juego con temas así.
María Jesus: bueno mi amor, tranquilízate ¿Vale? Todo se va a arreglar, todo va a estar bien.
Blas: ¿Estas segura?
María Jesus: ¡Claro que sí! ¡Segurísima! Sólo que quizá ella necesite un poquito más de tiempo, acaba de despertar.
Blas: sí…
María Jesus: no estés mal mi chiqui. Verás que sí, sabes que todo lo que digo es verdad.
Blas: -sonríe- sí…
María Jesus: en cuanto sepas algo me avisas ¿Vale?
Blas: sí, no te preocupes.
María Jesus: podías haberme llamado ayer ¿Eh?
Blas: no estaba por llamar a nadie… lo siento.
María Jesus: no te preocupes. Y duerme, descansa, come.
Blas: -me río sabiendo que lo necesito- sí… tranquila.
María Jesus: bueno mi amor, en cuanto sepas algo más llámame. No dudes ni un segundo ¿Si?
Blas: claro.
María Jesus: te quiero muchísimo mi chiqui. Muchos besos.
Blas: te amó mamá. Hasta luego.

Cuelgo el teléfono. Debería haber llamado a mi madre antes, me ha calmado mucho. Voy a comprarme algo de comer aun sin tener apetito y a toda prisa vuelvo a la sala de espera.

*Narra Ana*

Me estoy empezando a casar de estar aquí. Sola. Sin nadie. Y entra el doctor con una enfermera y se acercan a mí. La enfermera empieza a revisar mis constantes vitales mientras el doctor me habla.

Tomás: ¿Cómo estas Ana?
Ana: bien. Me duelen un poco las costillas.
Tomás: ¿Del pie no sientes nada?
Ana: no, a penas noto dolor en el pie…
Tomás: bueno, eso es bueno –me sonríe mientras apunta algo en una libreta-.
Ana: lo que no es bueno es que haya recordado a todos los que han entrado menos a una persona ¿No cree?
Tomás: -deja de escribir y me mira- ¿Cómo fue volver a verles?
Ana: me alegré mucho. Pero me falta ver a alguien.
Tomás: ¿A quién?
Ana: no lo sé. Le vi, pero no le recuerdo. Dígame quien era, quien es, que es de mí.
Tomás: ¿Quiere ver a alguno de los que vio antes? –dice evitando el tema-.
Ana: al chico que no reconozco.
Tomás: no seas cabezona, Ana.
Ana: a Carlos. –digo dándome por vencida, no me van a decir nada-.
Tomás: ¿No prefiere ver a su prima?
Ana: Carlos…
Tomás: esta bien. Ahora vendrá –vuelve a sonreírme-.

El doctor sale de la sala.
En la sala de espera están Carlos, Marta, David y Blas. Los demás se han ido a comer. Entra Tomás.

Tomás: -se acerca a los chicos- Ana esta completamente bien. Todo esta bien.
Blas: no me recuerda ¿Eso es estar bien?
Tomás: pero recuerda su imagen.
Blas: ¿No pueden ni si quiera decirle mi nombre?
Tomás: no lo sé, Blas. De momento quiere ver a Carlos.
Carlos: -sonríe muy feliz- ¿Sí?
Tomás: sí. Acompáñeme.

Yo aburrida, espero ansiosa la entrada de Carlos por esa puerta. Y por fin, y no sé a quién darle las gracias entra Carlos por la puerta y se acerca a mí.

Carlos: ¡Ana!
Ana: -sonrío- ¡Hola!
Carlos: ¿Cómo estás?
Ana: bueno…
Carlos: ¿Qué te duelen?
Ana: las costillas…
Carlos: y algo más.
Ana: -lo miro… me conoce demasiado. Me encojo de hombros-.
Carlos: venga Ana… los dos sabemos que puedes hacerlo.
Ana: ¿Por qué no le recuerdo? ¿Quién es? ¿Qué era mío?
Carlos: tienes que hacerlo tú mi loquis.
Ana: ¿Cómo?
Carlos: ¿Cómo lo hiciste con los demás y conmigo?
Ana: no tuve que hacer nada. Sólo con veros supe quién eráis.
Carlos: -se me queda mirando- no puedo decirte nada, cariño.
Ana: -suspiro- me desperté con su imagen en la cabeza ¿sabes?
Carlos: sí…
Ana: y no se me va de la mente. He pedido verle pero no me dejan. He pedido que me digan algo sobre él pero no me dicen nada. Empiezo a desesperarme.
Carlos: sólo necesitas un tiempo más con él.
Ana: ya… ¿Cómo fue todo mientras estuve aquí?
Carlos: -suspira- mal… dormí en la silla más cómoda de la sala de espera y me duele todo, imagínate.
Ana: pero podíais haber ido a casa. Si al fin y al cabo –me encojo de hombros- aquí estoy.
Carlos: ¿Cómo te íbamos a dejar aquí? ¡No!
Ana: -sonrío-.
Carlos: ¿Y lo recuerdas todo? Me refiero a tu vida.
Ana: ah, sí. Casi todo.
Carlos: falta Blas ¿No?
Ana: -lo miro, se me para el cuerpo, mi sangre corre muy deprisa al oír ese nombre. Pero no sé quién es… - ¿Blas?
Carlos: -se tapa la boca con las manos y mira hacia otro sitio- nadie, nadie. Déjalo.
Entra Tomás.
Tomás: Carlos vamos a hacerle el chequeo a Ana, tienes que salir.
Carlos: vale… bueno mi loquis –me mira- luego te veo ¿Vale?
Ana: claro –sonrío-.

Carlos sale de la sala y unos enfermeros me llevan a otra sala donde Tomás me hace el chequeo.

Pasan dos días más. He seguido viendo a todos menos a ese chico que sigue en mi cabeza ¿Qué mierda pasa? ¿Quién es? Ya me duelen menos las costillas y puedo caminar yo sola. Estoy tumbada, para variar, en la camilla y doy gracias a quién la hizo porque es bastante cómoda. Miro por la venta, repaso una vez más la habitación: un sofá, una mesita dónde hay flores que me traen los chicos, mi suero, una tele que no me dejan ver, un baño, la ventana de un décimo piso… y de repente lo recuerdo. Recuerdo el momento en el que las luces venían a toda prisa hacía mí, recuerdo el momento en el que escuche gritos, ambulancias y recuerdo que en la última persona era él. La persona que permanece en mi mente… Blas.  ¡Eso es! Blas… Blas es la persona a quién más quiero en este mundo, es él, mi niño. Lo acabo de recordar. Me vienen todos los momentos vividos con él. ¿Cómo pude olvidarme de él? ¿Cómo? Necesito verle, abrazarle, saber que sigue aquí. Toco el botón para avisar a una enfermera y sin darme cuenta ya esta aquí.

Enfermera: ¿Todo bien? –se acerca a mi cama deprisa-.
Ana: ¡Sí, sí! Le he recordado. He recordado a Blas.
Enfermera: -me mira sorprendida- ¿Aviso al doctor?
Ana: sí porfavor. Necesito verle.
Enfermera: enseguida viene.

Ella sale de la habitación y en menos de cinco minutos, calculo, entra el doctor acercándose deprisa a mi cama.

Tomás: ¿Recordaste?
Ana: sí… quiero verle, porfavor.
Tomás: -sonríe- él ha estado esperando por esto todo el tiempo ahí fuera. Ahora viene.
Ana: gracias, gracias.
Tomás: -me sonríe y sale de la habitación-.

 Y me pongo a pensar otra vez mientras me siento en la cama y mis pies cuelgan. ¿Qué hubiese pasado si nunca me hubiese acordado de él? ¿Qué hubiese sido de todo lo vivido hubiese quedado en el olvido? Y lo peor… ¿Qué hubiese hecho él sabiendo que me ama y yo a él ni si quiera le recordaba? Que hubiese sido de mi niño… más mal lo hubiese pasado, después de todo lo que hizo por mí.
Se abre la puerta despacio y ahí está. Es Blas.



¡Holiiiii! ¡Perdón por tardar un poco! Espero que os guste el capítulo y lo comentéis (que muchas ya no lo hacéis y no sé si os gusta o no, y si os da cosita decírmelo por Twitter esta Ask (links arriba de la pág.) o el chat de aquí a la derecha!!) Comentadme que tal os esta pareciendo la novela, si cambiaríais algo :) Y si queréis que os avise decirmelo por Twitter y os avisaré cada vez que suba! Un besote enorme y gracias por leer la novela!!♥

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